cuarenta y seis

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El silencio se apoderó una vez más del mundo, ambos se miraban, sus corazones latían rápidamente casi al unísono, ninguno se movió.

Freddy fue quien habló primero; — ¿Fred... Tú...?  — sus ojos intercalaban entre los labios y ojos del azabache, por un momento pensó que lo iba a besar, y por su mente corrió de un lado a otro la idea de que sería algo extraño.

Fred se dio cuenta de lo que estaba haciendo y desvío rápidamente la mirada alejándose de Freddy aunque sus manos aún sostenían los hombros del castaño; — ¡Lo siento!

Una oleada de emociones extrañas inundó el pecho de Freddy, quién fue asustado cuando sintió una mano que lo jalaba hacia atrás. Era Dos, quién en el momento que supo que Freddy experimentaba sensaciones y emociones fuertes lo retiró de Fred.

— Basta. Este lugar no está diseñado para que Freddy sienta todo lo que está sintiendo. — dijo voz con un tono molesto y estricto, se puso frente a Freddy y puso su rostro derretido como vela frente al de Fred —, Es por tu culpa, ya no serás bienvenido aquí.

Dicho esto puso su mano sobre la frente de Fred, quién completamente confundido cerró los ojos, sintió una presión fuerte en el pecho y cuando abrió los ojos estaba en su habitación y su alarma sonaba con una de esas melodías suaves, el mueble sobre el que estaba vibraba con sonido que salía del teléfono.

El corazón de Fred latía rápidamente, estaba confundido y se levantó de un brinco de la cama, apagó el teléfono y respiró tan profundo como pudo, tratando de regular su irregular respiración.

"Por un segundo pensé que Freddy era demasiado lindo y juro que estuve por besarlo. Susurró tomando su cabeza con ambas manos, sacudiendo su cabello violentamente, desesperado por encontrar lógica a sus acciones, tenía la sensación de que vomitaría gracias a la ansiedad que se acumulaba en su estómago.

"¿Que voy a hacer ahora? Ese niño Dos dijo que no era bienvenido en mis propios sueños... Me pregunto si a partir de hoy no podré ver más a Freddy..." Repitió en un susurro para si mismo, miró el suelo con detenimiento, sintiendo miedo en lo más profundo de su ser, sabiendo que sí todo era un sueño o real, podría no volver a pasar.

Aún con la angustia en el pecho comenzó a alistarse para trabajar.

Almas inversamente proporcionales (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora