Fred corría por la calle deprisa intentando (en vano) llegar a las tres en punto a casa.
Se suponía que iría a trabajar y regresaría a casa temprano, su padre le había advertido que sí no llegaba a tiempo tendría que asumir las consecuencias.
Pero Fred se había distraído en una tienda donde vendían ropa, hace tanto que no se compraba nada nuevo que se atrevió a entrar, pero al ver qué nada completaba salió triste, apurado y asustado.
Dió vuelta en la esquina y vio el tráfico tendido por toda la calle, los autos pitaban y otros daban media vuelta intentando salir del carril casi en vano.
Fred miró los autos, uno azul destrozado desde el área del motor hasta los adornos delanteros, el hombre que conducía estaba inmóvil y chorreaba sangre desde la ventana y el parabrisas. Instintivamente se detuvo de golpe y miró la escena catastrófica.
Del otro lado un auto destrozado por completo del lado derecho donde estaría el copiloto. Una mujer que lloraba estaba siendo ayudada por personas a salir del auto y al mirar a la ambulancia estacionada miró los pies de una persona muy joven recibiendo primeros auxilios, pero el cuerpo no se movía.
La escena era devastadora. Hizo por un momento que Fred se sintiera feliz de estar vivo y agradecido por poder caminar y trabajar.
Luego inmediatamente un pensamiento negativo lo invadió; "papá". Volvió a correr dejando el accidente atrás, poco después llegó a casa sudoroso y jadeando por haber corrido tanto.
Tres y ocho minutos.
Su padre salió de la habitación de él, y se acercó a la sala donde Fred permanecía quieto como una presa que se prepara para huir.
El hombre se acercó a él, tomó su mejilla con delicadeza, miró el reloj y al hablar su voz resonó por la sala, sus paredes atrapaban lo que sucedía ahí todos los días; — Tres con ohco minutos. Oh amor, si querías complacerme solo me hubieras dicho que tenías ganas.
— Yo no... — alcanzó a susurrar Fred antes de que la caricia en su mejilla se volviera un manotazo fuerte y doloroso que dejó sus dedos marcados en la mejilla del chico pálido.
— Hoy no estoy de humor, hijo de puta. — habló el hombre cerca del oído de Fred.
El azabache se quedó quieto esperando recibir otro golpe como era normal en esas situaciones, pero no ocurrió.
— Estoy con alguien en el cuarto, no hagas ruido o te mato.
Fred asintió con la cabeza y se fue a su habitación sin hacer ruido y sin comer.
Tomó sus audífonos del mueble que estaba a un lado de su cama, cerró la puerta con seguro y se recostó a dormir, tomó un sábana y se tapó hasta arriba.
Hasta quedarse dormido.
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Almas inversamente proporcionales (Freddedy)
Fiksi PenggemarFreddy es un sueño, uno eterno que cuida de su media naranja, antes de que "eso" suceda.