treinta y dos

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Fred sacó las sábanas de su cama, las dejó caer en el suelo, cerca de la puerta, no parecía muy interesado en salir de su habitación. Su estómago gruñó y él simplemente lo ignoró, decidiendo de inmediato que no valía la pena salir.

Mientras se ponía ropa más cómoda para poder dormir se miró al espejo, su piel casi grisácea y su cabello largo tan descuidado, no podía comprender que encontraban en él las personas que pagan por mirarlo o tocarlo. No estaba interesado en saberlo tampoco, solo deseaba que todo acabara.

"Llévame con Freddy", susurró mirando hacia el techo, como si le suplicara a Dios que lo llevara hasta dónde se encontraba la primer persona en ser amable con él. Pronto el pensamiento le sorprendió, sus mejillas se calentaron obteniendo un ligero tono rojizo, apenado por las palabras inconscientes que habían salido de entre sus labios.

— ¿Que estoy diciendo?... — susurró por segunda vez para si mismo, se dejó caer en la cama lentamente, tomó una de las dos almohadas que tenía y la puso sobre su cabeza, completamente avergonzado.

Su corazón que latía rápidamente fue bajando la intensidad y velocidad de latidos, su respiración regular le relajó hasta quedarse dormido, una vez más.

Almas inversamente proporcionales (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora