diecinueve

38 5 3
                                    

En el momento en que la pierna de D salió de encima de la cabeza de Fred, en un movimiento muy rápido el azabache se echó debajo de la cama y recorrió su cuerpo hasta la pared, quedando prácticamente acorralado de no ser porque su padre no cabía debajo.

— Fred, sal de ahí. — dijo el hombre agachándose para ver a su hijo a lo lejos; — No voy a hacerte nada, sal, solo quiero hablar...

Parecía borracho, sus palabras sonaban graciosas, con un tono burlesco que provocaba una gran desconfianza. Cómo si lo que en realidad decía era; "ven hacía tu perdición".

— Me duele... No puedo moverme. — sollozó el chico, temiendo realmente que su padre no le dejara más opción que quedarse ahí toda la noche.

A lo lejos Fred logró ver cómo el reloj de muñeca de su padre marcaba las tres y cuarto, y por la oscuridad del cuarto, supuso que era de madrugada todavía, no podía haberse quedado dormido hasta tan tarde.

— Maldito marica, ¿Que te duele? — preguntó burlándose del chico, cómo si el dolor fuese causa de "homosexualidad".

— Me está sangrando la nariz... — susurró el azabache, tomó su propia camisa y se la llevó a la nariz tapando el orificio que sangraba intentando detener la misma sangre.

El hombre se levantó y salió de la habitación, sus pasos se escucharon alejarse hasta la cocina y luego se detuvieron.

Fred estuvo en el suelo, alerta durante veinte minutos eternos, por si es que D regresaba a la habitación.

No lo hizo.

Almas inversamente proporcionales (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora