nueve

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— ¿Entonces tú padre empezó a vender tus servicios en cuanto cumpliste dieciocho años? — preguntó Puppet mirando el cuaderno pequeñito que tenía en mano, y bebiendo jugo de arándanos en una copa para vino con la otra.

Fred tomó otro trozo de pizza y comió de él, llevaba casi cinco años sin comerla y era glorioso, un festín para su boca, sabía cómo el manjar más costoso que en su vida hubiese probado.

— Sí, pero tiene una tarifa diferente cada vez, depende de la persona que vaya, y les pone muchas restricciones para no "arruinar mi cuerpo" cómo dice él.

La mujer sirvió más jugo de arándanos en la copa del chico quien inmediatamente tomó casi todo del recipiente.

— ¿Puedes decirme cuáles restricciones son esas?

El azabache limpió sus manos en una servilleta arrugada y ya sucia que estaba sobre la sábana en la que estaban sentados y comenzó a enumerar con sus dedos; — No golpes, no mordidas, no pueden introducir absolutamente nada en ningún lugar que no sea mi boca y no pueden hacer nada que deje marcas.

— ¿Alguna vez alguien ha roto las reglas? — preguntó ella anotando, miró de reojo su grabadora por quinta vez para asegurarse de que grababa —, ¿Que ha pasado con las personas que han roto las reglas?

Un silencio corto apareció entre ella y el chico, quién al terminar de tragar su mirada paso de felicidad a angustia; — Muchos de ellos han terminado en el hospital, con fracturas graves y hubo dos hombres que una vez me golpearon hasta que me desmaye, me llevaron a casa así y nunca los volví a ver, D no quiere contarme que fue lo que sucedió. Nunca habla de eso.

Almas inversamente proporcionales (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora