𝘵𝘳𝘢𝘷𝘦𝘴𝘶𝘳𝘢𝘴

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El día anterior había llovido, por lo que amaneció nublado y con el clima un poco fresco. Era sábado, así que ninguno de los mayores trabaja y Jisung no iba a clases.

El pequeño Chenle había ido a casa de los Lee para jugar, era como si a ambos niños se les hiciera difícil estar por un momento separado del otro. Jaemin le comunicó a Renjun que no se hiciera problema y que dejara que el niño se quedara a almorzar.

Los dos pequeños estaban preparados con sus trajes para la lluvia, ya que querían jugar en el patio.

—Cielo, iré a ver a mis padres de una volada —anunció el pelinegro, mientras se acercaba hasta su pareja en el sillón y le dejaba un beso en la cabeza.

—Está bien, amor, mándale mis saludos —acotó el menor con su voz dulce que siempre lo caracterizaba—. ¿Jisung sabe que te vas?

—Sí, se lo dije, pero solo me dijo: "Adiós papi".

Jeno suspiró, usualmente, Jisung siempre lo acompañaba, él adoraba ir a ver a sus abuelos, de vez en cuando iban los tres, los señores Lee incluso los invitaban a almorzar en ocasiones.

—Jisung deja de tener familia cuando está con Chenle —el rubio escondió una sonrisa.

—No me agrada eso.

Jaemin sonrió aún más al ver como su pareja se cruzaba de brazos y fingía estar enojado, era muy tierno, nadie creería que ya tenía treinta y cuatro años.

—Tú eres mi bebé más grande —habló el rubio con su voz aguda, levantándose del sillón y tomando el rostro ajeno para llenarlo de besos—. No te enojes, Jeno-ssi.

—Está bien —suspiró—. Pero dame un beso.

—Los que mi bebé quiera.

...

—Mira, Ji. En mi mochila traje mis juguetes para hacer pasteles —comentó el pelinegro mientras abría su mochila de dinosaurios—. Podemos hacer pasteles de barro.

—Está bien.

Chenle sacó todo lo que había traído en su mochila, venía bien preparado. Ambos dos se encontraban cavando detrás del único árbol que había en el patio, tanto el pasto como la tierra estaban humedos, así que el mayor le pidió a Jisung que recolectara un poco de agua en su baldecito.

—Vamos a hacer un pastel de cumpleaños —anunció el mayor.

Habían hecho un pequeño hoyo, de donde sacaban el barro, el mayor se había encargado de mojar bien la tierra. Cada uno tenía un pequeño molde con forma de pastel.

—Mira, Ji, el mío es un pastel de jungla, porque le puse un poco de césped arriba —indicó el niño, señalando la decoración del bulto de barro.

—Yo también quiero hacer un pastel de jungla.

—Tú puedes hacer un pastel de campo —sugirió, para que el menor no le copiara su gran idea.

—¿Cómo?

—Le puedes poner unas flores arriba, allí hay algunas.

El mayor señalaba el jardín de Jaemin, este tenía un pequeño espacio donde había plantado todo tipo de flores, las adoraba y el lugar estaba impecable.

Pero a los niños no les importó, para ellos solo eran simples flores que había salido del suelo. Jisung se encargó de cortar las que le parecieron más bonitas y así poder decorar su pastel de campo.

Una vez que terminaron con sus primeros pasteles, quisieron hacer otros, así que Chenle vertió nuevamente agua en el pequeño hoyo y comenzó a mezclar para que la tierra se fusionara con el agua, aunque terminó haciéndolo tan fuerte, que el barro salió disparado a varias partes, incluyendo la mejilla de Jisung.

—Lele —se quejó el menor.

—Mira, tienes una lágrima de barro —rio el mayor, señalando la mancha que se había escurrido un poco.

A Jisung pareció no agradarle la idea de tener una lágrima de barro, por lo que no se rio, ahora tenía los ojitos caídos y un leve puchero en sus labios, en cualquier momento lloraría.

—Es una broma, Ji —a Chenle no le gustaba cuando su mejor amigo lloraba, por lo que siempre buscaba la forma de que no sucediera—. Mírame.

El chino hundió su dedo en el barro y lo llevó hasta su rostro, donde trazó una línea por encima de sus labios.

—Tengo un bigote —el menor comenzó a reír al ver a su amigo de esa manera.

Luego él también metió su dedo en el barro y en sus mejillas dibujó tres líneas, simulando que eran bigotes de gato.

Jaemin salió a buscar a los niños en el patio, no los vio en un primer instante, hasta que los localizó detrás del árbol, los dos se reían a carcajadas, pensó que quizás estaban jugando a esconderse. Con una sonrisa se acercó hasta donde se encontraban los pequeños.

—Niños, deberían-

Miró a los niños, que estaban completamente cubiertos de barro, incluso tenían hasta en el cabello. Los dos menores se quedaron quietos en su lugar, sin saber si lo que habían hecho estaba bien o no, observaron con detenimiento la reacción del mayor.

En ese momento, Jaemin notó las pequeñas montañas de barro, decorado con césped y el otro con sus flores.












































me había olvidado de actualizar

𝘛𝘩𝘦 𝘊𝘶𝘳𝘪𝘰𝘶𝘴 𝘉𝘢𝘣𝘺 ─ 𝙉𝙊𝙈𝙄𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora