𝘦𝘭 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘭𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘰𝘯𝘦𝘥𝘢

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Años atrás.

Renjun volvía con una pequeña sonrisa pintada en su rostro, había aprobado su examen de matemáticas con una nota sobresaliente, incluso, su profesora lo había felicitado. Le faltaban unas calles para llegar a su casa, el barrio era algo peligroso, pero a esa hora, había más personas en la calle y la mayoría ya los conocía a él y a su padre.

Al estar a unos metros de su casa, pudo divisar a su padre sentado en la corta escalera de la entrada, eso no podía significar algo bueno, él nunca lo esperaba cuando volvía de la escuela. Ahora su sonrisa se había borrado y quería huir a otro lugar.

—H-hola, papá —saludó al estar frente a su padre.

Desde la corta distancia que los separaba, podía sentir el olor a alcohol que emanaba de él.

—Entra a la casa, Renjun.

—T-tengo una bu-buena noticia-

—¡Entra, ahora!

El menor quedó paralizado en su lugar, ya era demasiado tarde para huir. El hombre se levantó de su lugar y tomó al niño fuertemente del brazo, arrastrándolo al interior de la pequeña casa.

—¿Qué mierda hiciste con las botellas de cerveza que había en la heladera? —bramó el hombre, anclado justo en la entrada.

—N-no lo sé, papá...

—¡Contéstame, Renjun! —exigió el mayor, perdiendo la paciencia.

El niño había comenzado a llorar sin ser realmente consciente, le temía a su padre, pero mucho más le temía cuando este estaba ebrio.

—Las tiré —musitó Renjun, con la cabeza gacha.

—¡¿Que hiciste qué!?

—Las tiré, papá —repitió en un tono más alto—. ¡Porque ya no quiero que bebas!

—¡Maldito, hijo de puta!

Eso fue lo último que Renjun escuchó, luego de recibir una cachetada por parte de su progenitor. El niño cayó al suelo, cubriendo su rostro y deseando desaparecer, él solo quería lo mejor para su padre, pero al parecer, no pensaban igual.

—¡Levantate del suelo! —lo tomó del brazo y lo levantó a la fuerza—. ¡Que sea la última vez que tocas mis cosas, maldito mocoso!

El hombre volvió a empujarlo fuertemente, pero Renjun logró sostenerse de la silla vieja del comedor, asintió lentamente y luego huyó a refugiarse a su habitación, mientras su padre se quedaba en la cocina insultando una y otra vez.

Desde que su madre los había abandonado, las cosas eran difíciles, su padre solo se dedicaba a beber e ir de empleo en empleo, mientras que Renjun, con apenas trece años, debía hacerse cargo de sí mismo y de la casa.

El menor pasaba horas dentro de su habitación, sabiendo que no tendría el almuerzo, ni mucho menos la cena, ya que, su padre gastaría ese dinero para mantener su vicio. Al llegar la noche, el estómago de Renjun, sonaba sin parar, exigiendo algo de comida, por lo que el niño no tuvo más opción que salir de allí, siendo consciente que tendría que ver la imagen de su padre completamente ebrio y enfrentarlo, en todo caso.

Sin más remedio, salió de su habitación y camino casi sigiloso hasta la cocina, era una casa pequeña, sin demasiados rincones, y a menos, de que su padre se hubiera metido a su habitación, lo cruzaría si o si. Efectivamente, estaba sentado en una de las sillas del comedor, con su mejor amiga, una botella de cerveza, contemplando a la nada, muchas veces, Renjun llegó a replantearse si su padre en algún punto de su alcoholismo, llegaba a arrepentirse.

𝘛𝘩𝘦 𝘊𝘶𝘳𝘪𝘰𝘶𝘴 𝘉𝘢𝘣𝘺 ─ 𝙉𝙊𝙈𝙄𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora