𝘢𝘮𝘰𝘳 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘦𝘭𝘢

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Tras seguir el consejo de su padre Jeno, Jisung logró hacer un amigo un día en el que Chenle no asistió a clases. Su nombre era Shotaro, al igual que él también era algo tímido, pero más conversador, por lo que rápidamente pudieron entablar una bonita charla y luego todo se fue dando de manera fácil, ahora ya formaba parte de su pequeño grupo de amigos.

Ya transcurría la mitad del año y a Jisung ya le había comenzado a gustar una de sus compañeras, Kim Minjeong, era una niña un poco más baja que él, de tez algo pálida y cabello negro, el cual le llegaba hasta el hombro, a veces la podía escuchar hablar con sus amigas en el salón y era muy simpática, aparte de dulce. Pero la gran incógnita, Jisung no se atrevía a hablarle, las únicas comunicaciones que se habían dado entre ambos, eran saludos normales y una que otra sonrisa.

—Jisung, deberías hablarle, ella parece ser muy amable, no creo que te niegue un saludo o una corta charla —aconsejó Donghyuck, quien decía ser experto en el amor, porque según él, tuvo como cinco novias en primaria y una en jardín.

—O podrías mandarle una carta secreta —agregó Shotaro, parecía que había estado pensando por horas aquella idea.

—Por supuesto que no, eso no es de hombres, Taro —negó el moreno.

—Oigan, tenemos doce años —dijo Chenle, integrándose a la conversión.

—Tú lo dices porque todas las niñas del salón te hablan y sonríen —Shotaro tenía razón.

Por alguna razón, todas sus compañeras, se derretían por Chenle, siempre estaban haciéndole cumplidos, saludándole y diciéndole lo tiene que era, incluso le regalaban dulces en los recesos.

—Pues, yo nací así.

Justo en ese momento, un grupo de niñas (que eran de su salón) pasaron cerca de su mesa y saludaron a Chenle, esperando emocionadas una respuesta del chino, este solo las saludó con la mano y una sonrisa cerrada, y fue suficiente para que las niñas se emocionaran y salieran de sus vistas.

—Ignoremos a Chenle y su popularidad entre las niñas —Donghyuck señaló al mencionado con una papa frita—. Ahora, Jisung debes hablarle a Minjeong.

—¿Y qué le digo? —cuestionó el menor del grupo, con algo de pánico.

—Has de cuenta de que estás hablando con uno de nosotros y ya.

—Pero no digas nada vergonzoso —acotó Shotaro, haciendo una mueca, que en él se veía tierna.

Quedaban unos pocos minutos para que el receso terminara, podría hablarle o quizás debería hacerlo cuando estén nuevamente en clases, podría mandarle papelitos.

—¡Minjeong, Jisung tiene que decirte algo! —gritó Chenle, a la niña que iba pasando cerca de su mesa, obligó a Jisung que se parara y lo empujó hacia su enamorada.

Jisung se acercó de a poco, muriendo de los nervios. La pelinegra se quedó parada en su mismo lugar, con su mirada algo ansiosa, también parecía nerviosa.

—H-hola Jisung, ¿qué querías decirme? —preguntó la niña, entrelazando sus manos en frente.

—Eeh, yo... Yo te iba a decir —miró a sus amigos en busca de respuesta y Chenle solo le sonrió, levantando su pulgar—. ¿Crees que podrías prestarme la tarea de ayer? No terminé de copiar.

El rostro de Minjeong cambió por completo.

—Oh, claro —sonaba algo decepcionada.

—¿Sucede algo?

La pelinegra calló por unos instantes, para luego morder su labio y mirar a sus costados.

—Es que, pensé que Chenle te había mandado a decirme algo, pensé que me iba a decir que le gustaba por medio de ti.

Jisung quedó inmóvil, sin poder comprender del todo la situación, el hámster en su cabeza al parecer se había dormido sobre su rueda.

—P-pero está bien, luego te entregaré la tarea —agregó la niña con una minúscula sonrisa—. Por favor, no se lo digas a Chenle.

Fue lo último que dijo Minjeong, para luego continuar con su camino, saludando de paso a los amigos de Jisung, especialmente a Chenle.

Algo hizo que el hámster de Jisung comenzara a correr, haciendo que el niño comprendiera la situación. Volvió resignado a su mesa, la niña que había comenzado a gustarle, gustaba de su mejor amigo.

—¡¿Qué te dijo?! —preguntaron sus amigos al verlo tomar asiento.

—Ella gusta de Chenle —quizás era malo decirlo, porque Minjeong se lo había pedido, pero su shock era más grande.

Sus amigos se miraron entre sí, sorprendidos por la confesión, luego esas miradas cayeron sobre Chenle.

—Lo siento mucho, Jiji —dijo el chino, apenado.

𝘛𝘩𝘦 𝘊𝘶𝘳𝘪𝘰𝘶𝘴 𝘉𝘢𝘣𝘺 ─ 𝙉𝙊𝙈𝙄𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora