Capítulo 52

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La castaña se encontraba sentada frente al lago, pero parecía ignorar su presencia, pues se concentraba explícitamente en aquel cielo nocturno adornado con brillantes puntos de luz a la lejanía, este paisaje estrellado la maravillaba cada vez que podía detenerse a apreciarlo, pero desde que conservas un recuerdo compartido algunas cosas no se vuelven a disfrutar igual.

Sentada en el pasto, no podía sentir la textura del todo, pero en ese momento su mente se liberaba en concentrarse en lo bueno, ¿Por qué perdemos tiempo con lo negativo?, Era una pregunta que casualmente la llegaba a atormentar, sabía que no existía la necesidad de hacerlo, pero entre ella y las voces en su mente no podía alejar las típicas cuestiones.

En algún momento le invadió la imagen, era un hermoso recuerdo, pero era doloroso que pareciera solo un recuerdo. Abrazó sus piernas y en sus brazos mismos se recargo, parecía murmurar algo, la cuestión era: ¿Murmuraba ella o solo repetía lo que escuchaba de las voces?, Parecían plegarias... Podía sentir como en su pecho algo dolía, ¿Cómo clasificarlo?, Hace tan poco empezó a sentir tantas cosas, no podía con ellas, nadie le dijo que debía...

Su corazón se oprimía en cada quejido, leves eran los sonidos que emitía al llorar. Se suponía que no debía llorar, "Llorar en este bosque te convierte en una víctima." Se repetía todo el tiempo, pero ahora mismo no le importaba, no podía detenerse.

"Débil." Le repetía Tamara, y eso la acompañaba en mente y alma.
"Débil." Le reclamó Briana, y eso le pesaba de quién era como una hermana para ella.
"Débil." Le dijo Slenderwoman, y aunque era su trabajo decírselo, fue terriblemente hiriente.

Escuchaba esa palabra a todos los lugares a los que iba, empezaba a creer que realmente no pertenecía a dónde estaba.

Sentada ahí, se reincorporó de su abrazo, había rogado por un abrazo durante un buen rato, es decir, pero parecía ilógico, además, no tenía quién se lo brindará.

Nadie la esperaba en casa, más bien, nadie la quería ahí, o eso pensaba ella, por lo que llegó un punto en el que se limitó a hacer sus trabajos de vigilancia, no tenía por qué ver a nadie para ello, por lo cual llevaba algún tiempo sin llegar a la creepy house, estaba quedándose en un montón de restos que simulaban una cabaña, pero, ¿Qué esperaba?, Ella misma lo quemó.

Esta noche fue la más cerca que estuvo de volver a casa, había merodeado un buen rato a los al rededores de la casa, pero antes de llegar pudo visualizar la escena tan hermosa, escena que le hizo darse cuenta que todavía no lo superaba lo suficiente, les fastidiaba, la hacía sentir... Rara, porque mal no era, ¿Cómo iba a sentirse mal por ver la felicidad en los ojos de alguien tan apreciado para ella?, Sin embargo, no lo soportó y dió marcha atrás. Casi corrió, lo cual, se dió cuenta después, fue extremadamente extraño, agradeció que nadie la hubiese visto, y fue cuando llegó al lago.

Podía sentir la brisa fresca arrullandola, mordía sus labios inconscientemente, no pensaba claramente en nada, solo el recuerdo que se le atravesaba.

—¿Cómo me permití llegar a esto?

Su voz interrumpió la paz del silencio que hasta ese momento había reinado, pero la relajo mucho más de lo que esperaba, si, solo escucharse, porque eso la hizo saber que estaba ahí.

—Dile al espejo lo que sabes, ella te ha oído antes.

Quizás era caso de su transtorno de bipolaridad, o quizá no, no lo sabía, nunca podría haberlo sabido.

Debería disfrutar de su compañía ahora, debería comúnmente hacerlo, debería aprender a estar consigo misma.

—Ay... Te adoro... Pero no eres para mí... ¿Verdad?

Pensó en voz alta. Ese tono, no era un tono resentido, no era nada triste, por alguna razón... ¿Estaba tan enamorada?

"Enamorada", odiaba la palabra, evitaba ese tipo de palabras, pero parecía ser la palabra que cuadraba, aparte de

— Cursi.

Rió un poco al haberlo dicho. Rió sola, mirando la manta de estrellas que la cobijaba esa noche tan tranquila.

─ La tristeza es una persona frente aun abismo ingente en donde la sonda del alma nunca llega; la tristeza son las cosas deformes o deformes por reales, es algo en los ojos, o tal vez son las palabras que no puedes decirle a nadie.

—El amor es incomprendido, una llama o un vacio, nadie sabe lo que es ni tampoco por lo que ha sido, llega y pasa por el tiempo y las huellas de su paso son las del olvido pero pienso que no todo esta perdido, pienso que debajo de aquel bozal hay un hermoso rostro pero la sinceridad de cada palabra es lo más importante, tal vez suene un poco tonto lo que diré pero es mejor liberar todo lo que sientes antes de quedarte callada, puede ser que tengas traumas los cuales te hacen callar pero no es bueno para ti guardar palabras muy importantes pero hay algo que es más importante y eso es tenerse amor hacia tu persona, digo, si sientes eso no puedo dudar que su amor es genuino y reconfortable, creo que deberías de alzar la voz y gritarle al mundo lo que sientes para que seas escuchada, debes liberar esos recuerdos de mal gusto y mantener la mirada en alto.

—Debe decirle cuanto lo ama pero si es rechaza no se ponga melancólica porque eso te hará fuerte, no dudo en eso, tienes que ser una persona muy increíble, suena raro pero es solo mi humilde opinión. No quiero darle más estrés así que solo le daré un consejo, nunca agaches el rostro y ponte firme, eres alguien fuerte y no debes dejar que una tercera persona te dañe.

Al principio, la castaña se había sorprendido por la voz que se le había hecho tan repentina, luego... se dio cuenta que eran las voces de su cabeza quienes la llamaban...

— ... Creo que... Gracias?

Preguntó con honestidad, quería agradecer todas esas palabras que le habían dedicado...

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