CAPÍTULO 7

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Milagros pov:

Estaba durmiendo tranquilamente hasta que me di vuelta en donde estaba acostada y me caí de la cama. Tenía un dolor de cabeza insoportable y cuando abrí los ojos, me di cuenta de que no estábamos en nuestra habitación del hotel. Como pude, porque me dolían las rodillas del golpe, me paré buscando a Zoe que estaba acostada del otro lado de la cama de dos plazas en donde habíamos dormido.

—Zoeee —intenté despertarla.

—¿Qué? —me contestó dormida.

—¿A dónde mierda estamos?

—En la habitación de Lisandro.

—¿Y qué hacemos acá?

—¿Posta no te acordás de nada? —Se sentó en la cama bostezando.

—Decime que no hice ninguna pelotudez —dije alarmada.

—Que yo sepa, no —se rió—. Lisandro me dijo que estabas muy en pedo y que le dijiste que tenías sueño. Entonces te trajo con Lautaro hasta acá para que durmieras tranquila y me avisó.

—Wow —me sorprendí—. ¿En serio se tomó tanto trabajo por mí?

—Sí y vos lo odias.

—Y bueno, nos llevamos mal —me defendí—. Nos es imposible no pelear o que el chabón no diga una pelotudez y la cague. —Me acerqué a la puerta—. Igual, por esto, le tengo que agradecer. Además, tampoco es que lo odio che.

Zoe rodó los ojos con una sonrisa y salí de la habitación.

Empecé a bajar las escaleras buscando a Lisandro pero no estaba en el comedor y los chicos tampoco así que, fui al pasillo en donde estaba el baño y había otras puertas. Sinceramente, la casa era enorme y no conocía ni la mitad por lo que estaba tratando de adivinar para dónde estaba yendo.

—¡Lisandro! —lo llamé—. ¿Estás acá?

Se abrió una puerta que no había visto antes y que daba a un parque con pileta. En serio era enorme la casa.

—¿Qué pasó? ¿Está todo bien? —me contestó asomándose por la puerta.

Estaba con una malla negra y todo mojado por, suponía yo, haber salido recién de la pileta.

—Eehh...

—Holaaa —dijo impaciente—. ¿Todo bien?

Intenté volver a concentrarme en lo que había ido a decirle.

—Q-quería agradecerte por lo de ayer...porque sé que estaba muy en pedo y que me ayudaste.

—De nada —dijo despreocupado—. No me daba confianza que se fueran tan tarde en el estado en el que estaban.

—Posta gracias.

—¿Algo más? —me preguntó.

—Sí, ¿tenés algo para el dolor de cabeza? Porque se me va a partir en dos.

—En el botiquín del baño tenés ibuprofeno. —Se hizo un silencio incómodo—. Los chicos están acá afuera tomando mates y boludeando...digo por si quieren bajar a desayunar con nosotros.

—Ah dale, ahora vamos —le sonreí incómoda—. Gracias otra vez, por todo.

—De nada, Mili.

Había empezado a caminar para el baño pero me frené en seco.

—¿Acabás de decirme 'Mili'?

Lisandro se empezó a reír.

—¿No te acordás de nada, no?

Malentendido | Lisandro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora