CAPÍTULO 28

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Milagros pov:

—Si vos querés...que yo...entienda...la película...tenés que...dejar que...me concentre... —dije agitada mientras Lisandro torturaba mi cuello con sus besos y mi abdomen con sus manos.

—¿Eso significa que querés que pare? —preguntó con la respiración entrecortada y una sonrisa.

—No —me reí—. Significa que no puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo.

Después de bañarnos, habíamos ido hasta el mini cine con la torta para ver una película y ésta iba por la mitad mientras yo intentaba entender algo de la trama sin mucho éxito.

—Sos hermosa —susurró en mi oído—. ¿Sabías? Y esa torta que me preparaste, está riquísima.

—No tan rica como ninguna de las exquisiteces que me cocinaste desde que llegué acá —le contesté y lo besé, sacándole una sonrisa.

Cuando empecé a bajar por su mandíbula, Lisandro me frenó y levantó mi cara para mirarme a los ojos.

—Hay que terminar de ver la película, así la podés entender —sonrió de lado y rodé los ojos pero no lo contradije.

Me acomodé en el sillón con una sonrisa y seguí viendo la película. Cada tanto alguno de los dos le robaba un beso al otro pero pudimos terminar de verla.

Sinceramente, mi día estaba yendo increíblemente bien. Me había acostado con Lisandro y eso solo había hecho que me acercase todavía más a él: nunca me había sentido tan bien y tan cuidada. Se había asegurado de que disfrutara tanto como lo estaba haciendo él y yo había intentado que se sintiese tan increíble como yo. Cada día descubría otra cosa en la que era bueno y hoy no había sido la excepción.

—Eu —habló Lisandro mientras en la pantalla se reproducían los créditos de la película—. ¿Cómo vas con el tema de la novela?

—Bien, ya estuve escribiendo un par de cosas y me entusiasma bastante sentirme bien encaminada en lo que estoy haciendo.

—Me alegro muchísimo —me sonrió y me dio un beso en la mejilla—. No veo la hora de que me muestres algo cuando ya esté más avanzada.

—Y yo no veo la hora de volver a verte jugar —le confesé.

—¿Ah sí? —Pasó su brazo por encima de mis hombros y me pegó a su cuerpo—. ¿Por qué?

—Porque se nota que lo disfrutás mucho...y porque la verdad me encanta cuando te enojás en la cancha. —Me puse un poco colorada cuando me miró mordiéndose el labio para intentar ocultar su sonrisa—. Ya sé, una banda lo que dije pero bueno, sos más atractivo de lo normal cuando jugás.

—No, me encanta —susurró cerca de mis labios—. ¿O sea que te parezco atractivo?

Lo miré confundida por la pregunta.

—¿Es en serio la pregunta? —me reí—. Lisandro, no solo me parecés atractivo, me gustás...mucho.

Juntó nuestros labios en un beso lento y tierno mientras la mano que no estaba rodeando mi cuello, acariciaba mi mejilla. Sonrió en el medio del beso y se separó de mí.

—A mí también me gustás, demasiado. —Volvió a besarme y me acostó en el sillón mientras empezaba a recorrer mi cuello con sus labios otra vez y me subía la remera.


 ***

—¡No lo puedo creer! —gritó Zoe—. ¡Estuviste con Lisandro dos veces! ¡Y en el mismo día!

Malentendido | Lisandro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora