CAPÍTULO 21

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Aclaración: en este cap, todo lo que los personajes digan y esté en cursiva, es porque lo están diciendo en ingles.

Milagros pov:

Estábamos en la comisaría porque yo le había entregado a la policía mi remera para que la analizaran y en el mientras tanto, tenía que ver a los que eran sospechosos y ver si podía reconocer a mi agresor.

Me sentía muy nerviosa y con la necesidad de salir corriendo del lugar pero sabía que era importante quedarme. Lisandro, que había insistido para acompañarme, me sostenía la mano y la acariciaba suavemente para relajarme un poco. Casi que había obligado al resto a que se quedaran en la casa de Licha para que no se estresaran o pusieran inquietos por tener que esperar en la comisaría, prometiéndoles que apenas tuviese información, se los iba a hacer saber.

Bueno Milagros, te voy a pedir que mires al vidrio que tenés en frente tuyo y te tomes tu tiempo para ver si alguno de los sospechosos es tu agresor —me explicó el policía—. Tranquila que ellos no te pueden ver y tampoco saben que estás acá así que, no corrés ningún peligro. ¿Estás lista?

Miré a Lisandro, que seguía agarrando mi mano y me asintió intentando alentarme.

Respiré profundo.

Sí, estoy lista.

Me acerqué al vidrio y vi a varios hombres parecidos a las descripciones que yo había dado, parados en una hilera mirando para adelante. Aunque sabía que no podían verme, me sentía bastante intimidada y chiquita por sus miradas.

Me detuve a analizar las facciones de cada uno por varios segundos, intentando acordarme como era el hombre y si alguno era exactamente igual al de mi mente. Cuando mi vista se frenó en el quinto chico, mi cuerpo retrocedió un poco por instinto y sentí congelarme en el lugar mientras el miedo empezaba a aparecer en mi pecho.

Es él... —susurré sin poder alejar mi vista—. Es el quinto hombre.

¿Estás segura? —me preguntó el policía.

Sí, me acuerdo perfectamente de su cara —contesté y sentí el calor del cuerpo de Lisandro atrás mío.

—Tranquila, no te puede hacer nada —habló intentando tranquilizarme. Apoyó sus manos a cada lado de mis brazos y me ayudó a salir de ese lugar lleno de miradas que incomodaban—. Estoy acá con vos, Mili.

Nos sentamos uno al lado del otro mientras tomábamos un café de máquina y Lisandro me hablaba de boludeces para distraerme. Me tenía que quedar ahí, esperando, por si necesitaban algo más.

Ya había pasado una hora cuando el policía se acercó a hablarnos.

Tuvimos un avance excelente en la investigación —empezó a hablar—. Por un lado, encontraron huellas dactilares en la remera que analizaron y coinciden con el sospechoso que reconociste hace un rato.

¿O sea que sí es él? —pregunté un poco inquieta.

Terminó confesando que te había agredido así que, sí.

—Bien, ¿viste que lo íbamos a encontrar? —me alentó Licha y le sonreí.

Hay algo más que tienen que saber... —lo frenó el policía—. Dijo que no trabajó solo, sino que te agredió porque recibió órdenes específicas de un chico llamado Lucas Hefston.

Apenas escuché ese nombre, sentí que me bajaba un poco la presión y palidecía. Los dos parecieron notarlo pero el policía dejó que Lisandro hiciera la pregunta que estaba flotando en el aire, entre los tres.

Malentendido | Lisandro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora