CAPÍTULO 33

2.1K 115 7
                                    

Advertencia: en este capítulo, el pov de Milagros tiene un escena sexual <3


Lisandro pov:

—Mili, ¿podemos hablar un segundo? —me animé a decir después de respirar hondo por vez número mil.

Necesitaba hacer esto.

—Obvio, ¿pasó algo grave? —me respondió curiosa, dejando de mirar el televisor y enfocándose en mí.

Eran casi las 12 de la noche y estábamos viendo una película que habíamos dejado mientras cambiábamos los canales buscando algo que nos entretuviera. Su cabeza estaba apoyada en mis piernas y yo le estaba acariciando el pelo.

—No, tranqui. —Volví a respirar por última vez—. Quería hacerte una pregunta muy importante para mí...

—Te escucho. —Agarró el control remoto y le bajó el volumen a la tele para poder escucharme mejor.

—Bueno...yo sé que nosotros hacemos muchas cosas juntos y que también pasamos bastante tiempo juntos y me encanta...

—Pero... —habló cuando me tomé mi tiempo para completar la frase—. Porque ahora viene un pero, ¿no?

—Sí, aunque no es uno malo... —Me miró confundida—. Dios, lo que estoy intentando decir es que me encantaría que tuviéramos una cita. —Se sentó en el sillón todavía concentrada en mí—. Mili, ¿querés tener una cita conmigo?

Llevó la mano derecha a su pecho y sonrió relajando la expresión de su cara.

—Ay te juro que pensé que me ibas a decir algo malo —dijo sincera—. Sí, me encantaría salir con vos en una cita, Licha.

Una sensación de alivio me recorrió todo el cuerpo cuando la escuché decir que sí. Había tenido miedo de que no le gustara lo suficiente como para querer salir conmigo de una manera un poco más seria. Aunque todavía seguía con muchas inseguridades con respecto a lo que me iba a decir cuando le hablara de oficializar nuestra relación. Mi cabeza no paraba de darle vueltas al tema y no sabía cómo iban a quedar las cosas si yo le preguntaba si quería ser mi novia y me decía que no. También me había puesto a pensar en qué iba a pasar si empezábamos a salir y ella se volvía a Argentina: yo nunca había estado en una relación a distancia y me daba miedo que las cosas no funcionaran. ¿Cómo iba a ser cuándo ya no viviera conmigo? ¿Cuándo no pudiese dormir con ella todas las noches que quisiésemos? ¿Cuándo no pudiera abrazarla o besarla todos los días? ¿Cuándo no estuviese al lado mío para ayudarme a no rendirme o a enfocarme para mejorar? Porque me encantaba esta versión mejorada de Lisandro que había aparecido cuando le di la oportunidad de entrar a mi vida. No quería que, así como había entrado, saliera.

Queriendo dejar de pensar en todas las cosas que podían llegar a pasar cuando todavía ni siquiera habían pasado, me acerqué a Milagros y junté nuestras frentes con una de las sonrisas más sinceras que alguna vez había hecho. Ella puso sus mano en a cada lado de mi cuello y se acercó a mis labios.

—¿Ya tenés pensado lo que podríamos hacer en la cita? —susurró rozando mi boca con la suya.

—La verdad, no. —Llevé mis manos a su cadera y acaricié su estómago con mis pulgares, por arriba de su remera—. Estaba tan concentrado en ver cómo hacía para decírtelo, que no pensé en qué podíamos hacer si aceptabas —me reí—. Pero ya se me va a ocurrir un plan excelente para que tengamos la primera cita que te merecés. Igual, va a ser sorpresa así que, cuando sepa, tampoco te voy a decir.

Se rió y juntó nuestros labios mientras yo la acercaba todavía más a mí. Milagros se acomodó, sentándose sobre mis piernas y acariciando mí pelo.

Malentendido | Lisandro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora