CAPÍTULO 44

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Lisandro pov:

—Es que seguro me odia ahora, la cagué feo.

—¿Pero cómo te va odiar si es tu mejor amiga de toda la vida? Aparte, ¿cómo sabes que está enojada con vos, hermosa?

—Desde ayer que vinieron los padres, casi no hablamos...hoy se fue directo a trabajar y después para la facultad sin saludarme si quiera.

—No te saludó porque estabas dormida, te dejó descansar. No te tenías que levantar temprano y debe haber pensado que lo mejor era que siguieras durmiendo.

—Sí, pero la mayoría de las veces me despierta y desayunamos los tres juntos con Licha. Es raro, Nahue. No me quieras convencer de que no.

Cuando entré a la casa, lo primero que escuché, fueron las voces de Zoe y de Nahuel en la habitación de ella. No quería quedarme escuchando pero me había llamado la atención lo que estaban diciendo por lo que me acerqué a la pieza y toqué la puerta.

—Permiso, ¿se puede? —pregunté.

Los vi a los dos sentados en la cama de Zoe: ella tenía su cabeza apoyada en el hombro de él y estaba llorando mientras Nahue le acariciaba el pelo.

—Sí, estábamos charlando —me contestó él.

—Eu, ¿qué pasó, Zoe? Los escuché hablando. —Me senté en la cama de Milagros y la miré—. ¿Por qué pensás que Mili te odia?

—Porque por mi culpa, ayer tuvo que hablar con el viejo y desde eso casi ni me dirige la palabra.

—Zoe, hasta donde yo sé, no está enojada con vos —intenté animarla—. Hoy no habrán hablado mucho todavía pero recién son las 4 de la tarde y Mili se fue de acá a las 9 de la mañana.

—Eso, amor —dijo Nahuel—. Si cuando vuelve, notás las cosas medio tensas entre ustedes y necesitás hablarlo con ella porque creés que te va a hacer mejor, hacelo pero en el mientras tanto no te hagas la cabeza porque te ponés peor.

—Ya lo sé pero es que no debería haberle dado al padre tu dirección —dijo mirándome con los ojos llenos de lágrimas—. No entiendo por qué lo hice...su papá me llamó y yo atendí sin mirar quién era la verdad. Cuando me empezó a hablar y me dijo que estaban en la ciudad y que necesitaba hablar urgentemente con Mili, no sé...me preocupé. Pensé que había pasado algo grave y él no quería decirme por qué exactamente necesitaba verla. —Se sonó los mocos y siguió hablando—: Encima me dijo que tenía muy poca batería y se le estaba por apagar el celular así que, no se me ocurrió cortar, hablar con Milagros y después ver que hacía. Tenía miedo de arrepentirme si no le daba la dirección de acá y lo hice sin pensar.

Suspiré y pensé unos segundos antes de hablar: no quería hacerla sentir peor y después de haber hablado con el padre de Milagros por teléfono una vez y haber dejado que me convenciera de lo que me estaba diciendo, en cierto punto la entendía a Zoe.

Yo también me había equivocado.

—Escuchame, entiendo que te sientas mal pero me parece que vos sos la que se está odiando a si misma por algo que...sí, podrías haber reaccionado diferente pero fue lo que te salió en el momento —hablé, intentando ordenar mis ideas—. No puedo juzgarte porque no sé qué hubiera hecho en tu situación, sólo sé que hubiese reaccionado para intentar hacer lo que creía mejor para Mili. A mí no me cabe la menor duda de que eso fue exactamente lo que hiciste vos y conociéndola a Milagros, también estoy seguro de que lo va a entender.

Nahue asintió, concordando con lo que yo estaba diciendo y Zoe me miró, secándose los ojos.

—Tienen razón, chicos...me estoy haciendo la cabeza antes de tiempo —dijo sentándose bien en la cama y dejando que una sonrisa chiquita apareciera en sus labios—. Gracias.

Malentendido | Lisandro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora