CAPÍTULO 10

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Lisandro pov:

—¿Querés que pidamos comida? —le pregunté intentando pararme de sillón pero me tuve que volver a sentar porque me dolía muchísimo el tobillo.

—Me iba ir, aprovechando que por fin se fueron los fotógrafos.

No quería que se fuera. Estaba solo y con el dolor que tenía, casi no me podía mover normalmente por la casa. Además, me aburría porque no podía hacer nada prácticamente y me ponía a pensar y a hacerme la cabeza por un millón de cosas.

—Pero quedate un rato más, ya es tarde y para cuando llegues al hotel capaz ya no está más la cena —argumenté intentando convencerla.

—¿No te querés quedar solo, no? —me acusó con una sonrisa.

—Pfff mirá si no voy a querer quedarme solo... —me defendí pero ante su mirada acusadora me rendí—: bueno tenés razón pero ¿cómo te diste cuenta?

—Porque en una circunstancia normal, no insistirías para que me quede seguramente —respondió—. Está bien, pidamos comida.

Pedimos hamburguesas y nos pusimos a comer mientras charlábamos y nos reíamos. Ahora que ya no estaba intentando convencerme de que me caía mal, me había dado cuenta de que era muy graciosa y genuina y que, de hecho, estaba disfrutando mucho este tiempo con ella.

Seguimos hablando hasta que me quise parar para irme a lavar las manos a la cocina pero el sillón era tan bajo que no podía solo sin hacer más fuerza de la que debía.

—Eehh, ¿Mili? —la llamé incómodo.

—¿Qué pasa?

—Me quiero parar para lavarme las manos pero...no puedo solo. —La miré—. ¿Me ayudarías a levantarme?

—Obvio, no te voy a dejar ahí sentado para siempre —se rió y se paró para ayudarme—. No tengo tanta fuerza como vos pero voy a hacer el intento—. Pasó sus brazos por abajo de mis axilas—. A la cuenta de 3, te parás y yo te ayudo, ¿okey?

—Okey.

Nos llevó un par de intentos pero lo logramos y después me acercó las muletas para que pudiera llegar a la cocina.

—Creo que me voy a sentar en las sillas en las próximas 6 semanas —jodí—. Fue un quilombo levantarme de ese sillón de mierda.

Milagros se rió y se fijó la hora en su celular.

—Bueno, ahora sí creo que me voy a ir yendo.

—Noo —me quejé—. ¿Te querés quedar a dormir? —Me miró sorprendida—. Posta, no me quiero quedar toda la noche solo acá. Ni siquiera creo poder subir las escaleras sin ayuda para llegar a mi habitación.

—¿No preferís dormir en el comedor?

—Ni en pedo, el sillón es muy bajo y si pongo un colchón en el piso va a ser peor para pararme después.

—Tenés razón —me contestó—. No lo había pensado.

—Entonces, ¿te quedás?

Suspiró exageradamente.

—Está bien, le aviso a Zoe y me quedo —se rió.

—¿De qué te reís? —le pregunté confundido.

—De que últimamente paso más tiempo en tu casa que en el hotel en donde me estoy hospedando.



Milagros pov:

Con bastante esfuerzo, habíamos podido llegar hasta la mitad de las escaleras. Lisandro había pasado su brazo derecho por mis hombros y mi mano estaba en su cintura mientras lo ayudaba a subir de a poco. Habíamos decidido que quizás era mejor dejar las muletas abajo y que después se las subiese yo porque iba a ser más trabajo subirlas con nosotros.

Malentendido | Lisandro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora