CAPÍTULO 23

3.4K 190 7
                                    

Aclaración:  en este cap, todo lo que los personajes digan y esté en cursiva, es porque lo están diciendo en inglés.

Milagros pov:

La pierna derecha de Lisandro no dejaba de moverse en un ritmo constante y errático mientras estábamos frente al médico esperando que terminase de ver los últimos estudios. Se notaba que estaba muy ansioso y nervioso por el nuevo diagnóstico por lo que agarré su mano izquierda y entrelacé nuestros dedos para intentar calmarlo. Como respuesta, afianzó el agarré y dejó de mover su pierna mientras inhalaba y exhalaba profundamente.

—Bueno, noto una enorme y rápida mejoría de la lesión —dijo el médico con una sonrisa. Parecía que tenían confianza y por lo que había entendido llevaba siendo el médico de Lisandro por varios años y controlando su estado físico para jugar—. Todavía te queda una semana de recuperación quizás, si hacés una rehabilitación rigurosa estos días que quedan. Quiero volver a revisarte dentro de 7 días y si está todo bien, vas a poder jugar el próximo partido.

Una sonrisa apareció en los labios de Lisandro.

—No lo puedo creer...pensé que iban a ser 6 semanas de recuperación y van casi 4 —contestó—. Eso significa que me voy a recuperar antes de lo esperado.

—Exactamente, tuviste mucha suerte y mucha constancia en tu entrenamiento también...eso hizo que mejoraras tan rápido.

Lisandro me apretó la mano y me sonrió aliviado.

Después de algunas indicaciones más del médico y de algunas preguntas por parte de él, salimos del consultorio y nos pasó a buscar una camioneta con un chofer.

—Mi agente insistió en contratarme a alguien para que me lleve mientras no pueda manejar —dijo riéndose, un poco avergonzado al ver mi cara de confundida.

—Me parece bien —le aclaré—. Solo me sorprendió pero porque no estoy acostumbrada a este tipo de cosas. —Empecé a caminar para la camioneta con Lisandro siguiéndome y apenas nos subimos, él le dijo algo al oído al chofer—. ¿Todo bien? —le pregunté.

—Sisi, solo le recordé las indicaciones para que nos pudiese llevar —me sonrió y se acomodó en su asiento al lado mío.

Yo me puse a mirar las calles y la ciudad por la ventana mientras en la camioneta había completo silencio: nadie hablaba y la radio estaba apagada por lo que solo se escuchaba el ruido del motor. Pero lejos de ser un silencio incómodo, todos parecíamos estar disfrutando de la tranquilidad del momento.

Cuando ya faltaba poco para llegar a la casa de Lisandro, la camioneta frenó en una calle tranquila.

—¿Es acá? —preguntó el chofer mirándolo por el espejo retrovisor.

—Sí, gracias —le contestó Licha—. En 20 minutos volvemos.

—¿A dónde estamos? —Lo miré confundida.

—Quiero mostrarte algo rápido si no te molesta —me sonrió y se bajó así que, lo seguí.

Caminamos un par de metros por la misma cuadra hasta que se frenó en frente de una librería hermosa. Era chiquita y parecía bastante vieja aunque estaba muy bien cuidada.

—¿Qué hacemos acá? —quise saber.

—Bueno, la otra vez pasé por esta librería cuando estaba volviendo a mi casa y me llamó la atención un cartel en el que decían que buscaban una vendedora y después de la charla que tuvimos ayer me pareció una buena idea mostrarte el lugar...por si querías hablar con la dueña y ver si te contrataba —me explicó feliz—. Es un local súper lindo y como te apasionan tanto los libros...creo que es una buena idea.

Malentendido | Lisandro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora