CAPÍTULO 31

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Milagros pov:

Los días pasaban y nuestras rutinas seguían: yo me levantaba temprano al igual que Zoe y Lisandro y desayunábamos juntos. A veces Nahuel se sumaba porque se quedaba a dormir con mi mejor amiga y otras veces, simplemente venía a la mañana. Después cada uno iba a entrenar, a trabajar o a hacer sus cosas.

Lisandro había logrado mejorar todavía más en su recuperación y ya se notaba que estaba muchísimo más confiado y preparado para el partido contra el Tottenham. Yo por mi parte, había estado pensando mucho, quizás demasiado, en la opción de estudiar en Inglaterra. Al fin y al cabo, el trabajo ya lo tenía y creía que Lisandro no iba a tener problema en dejarme vivir un tiempo más en su casa hasta que encontrara un lugar para alquilar. Si bien sabía que amaba la idea de quedarme en su casa y dormir en su habitación, tampoco quería sentir que me estaba aprovechando de su hospitalidad. En el caso de que encontrara un lugar donde estudiar y decidiera quedarme a vivir acá, aunque sea por un tiempo, para ver cómo funcionaba todo, iba a tener que encontrar un departamento o algún lugar en donde vivir. Eso, si la hipotética opción B se cumplía porque mi opción A todavía era volverme a Buenos Aires y estudiar allá pero si elegía esta última, no tenía idea de cómo iba a lidiar estar alejada de todos ellos. También sabía que si me quedaba en Inglaterra y Zoe decidía volverse a Argentina, era de ella de la que iba a estar alejada. Las dos opciones tenían sus pros y sus contra y mientras los días seguían pasando, yo seguía estancada en la misma pregunta: ¿qué hago?

No quería hablar de este tema con nadie por ahora porque ni yo estaba segura de qué iba a hacer pero se estaba volviendo tan complicado cargar con la presión y la indecisión que sentía, que decidí hablarlo con mi mejor amiga. Zoe simplemente me escuchó y se alegró al saber que estaba considerando vivir acá. De lo único que estaba segura en estos momentos, era de que ella me iba a apoyar sin importar lo que hiciera o la decisión que tomara, incluso si eso significara no poder vernos cara a cara casi todos los días. Entendía mi miedo de volver a Buenos Aires e intentar seguir siendo la Mili libre y feliz que los chicos me dejaban ser y descubrir, con mis papás. Teniendo que empezar a luchar otra vez con su forma de ver las cosas y, posiblemente, volviéndome a perder en sus opiniones.

Mientras envolvía un libro para regalo y le cobraba al cliente que tenía en frente, podía escuchar como mi teléfono no paraba de sonar, sabiendo que eran mensajes de Delfina hablándonos a Zoe y a mí sobre Olivia. Habíamos tenido la oportunidad de conocerla hacía dos días cuando intentábamos hacer una juntada sorpresa pensando que Delfi iba a estar terminando de trabajar desde su casa, como casi todos los días e íbamos a poder merendar juntas....pero no. Cuando nos abrió la puerta pudimos ver que estaba Olivia sentada en el sillón, con el mate en la mano, mientras lo examinaba dudosa de si tomarlo o no. Nos habíamos disculpado e intentado irnos para no interrumpirlas pero las dos nos insistieron en que merendáramos con ellas. Al final, después de haber tomado el primer mate con cara de asco y casi mover toda la bombilla mientras le gritábamos que no se movía, terminó diciendo que era bastante rico y tomando varios más.

Oli era increíblemente simpática y graciosa y pasar tiempo con ella se sentía completamente diferente que estar con los chicos. Con Cristian, Licha, Joaco, Nahue y Lauti me sentía en Argentina en parte porque todos compartíamos el mismo idioma, las mismas expresiones y la misma cultura pero con Olivia hablábamos mitad en español/mitad en inglés y teníamos que explicarle muchas de las cosas que decíamos porque no nos entendía. Ella también tenía que aclararnos expresiones o hablarnos más lento para que le entendiéramos mejor a veces y las 4 horas que habíamos estado juntas, habíamos aprendido mucho de la otra. Era un intercambio constante sobre nuestras culturas.


—¡Gracias por su compra! —saludé al cliente mientras salía del local—. ¡Que la disfrute!

Malentendido | Lisandro MartínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora