No es nada usual llegar tarde a mis reuniones, pero hoy, tengo que ocuparme de más asuntos y la reunión de antes se ha alargado más de lo necesario.
—Disculpe el retraso, señor Garmendia.
—Señorita Elizalde, no se preocupe, su jefe ya me ha avisado que no podía asistir y venía usted en su lugar.
Me encuentro en una sala de conferencias espaciosa y luminosa, llena de expectación y emoción. La mesa frente a mí está cubierta de documentos y planos, listos para ser revisados y discutidos. Las sillas alrededor de la mesa están ocupadas por personas clave en la negociación, todas ellas con expresiones serias y determinadas en sus rostros.
El ambiente está lleno de un aire empresarial y profesional. Las paredes de la sala están decoradas con mapas y gráficos, que muestran la ubicación de los terrenos y brindan una visión general del proyecto que está en juego. La iluminación es brillante pero suave, creando una atmósfera propicia para el enfoque y la toma de decisiones importantes.
A medida que la reunión avanza, se escuchan discusiones animadas y debates constructivos. Cada participante aporta su experiencia y conocimientos al grupo, compartiendo ideas sobre el potencial de los terrenos y las posibles oportunidades de desarrollo. La energía en la sala es palpable, ya que todos están motivados y comprometidos con la compra exitosa de estos terrenos.
Los documentos se pasan de mano en mano, mientras se toman notas y se hacen preguntas específicas. Cada detalle es analizado minuciosamente para asegurar una decisión informada y estratégica. La negociación fluye en un ambiente de respeto mutuo, donde todas las partes buscan llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso.
A medida que avanzamos en la reunión, puedo sentir la emoción y la tensión crecer. Los participantes expresan sus expectativas y preocupaciones, buscando un consenso que satisfaga a todos. Aunque hay momentos de debate, el objetivo común de adquirir estos terrenos une a todos en la sala.
La reunión concluye con un sentido de logro y posibilidad. Se establecen los próximos pasos y se acuerda seguir adelante con el proceso de compra.
Salgo por la puerta de nuevo, Iván ha enfermado de repente y tengo que encargarme de todos sus compromisos de hoy. Para empeorar la situación, mi secretario se ha cogido la baja de paternidad y no hay nadie que me esté llevando la agenda.
Al llegar abajo mi chófer me espera fuera del coche, se está fumando un puro. La calva le brilla por la fuerza con la que pega el sol. Sus ojos azules, más sensibles a la luz, miran hacia abajo rehuyendo el sol. El bigote canoso está repeinado con gomina en punta.
—Señorita Elizalde. —Me saluda y me abre la puerta del copiloto. Realmente odio que haga eso pero dice que es su trabajo.
—No hace falta que me abras la puerta, Luis, no soy manca.
—¿Dónde desea ir ahora?—Luis apaga el puro y lo deja en el cenicero de la papelera.
Me subo al coche, agotada. Solo son las doce de la mañana y todavía tengo que hacer dos paradas más antes de poder ir a comer.
Termino el final del día en la empresa. Son las diez de la noche y todo el mundo está loco por irse, hoy ha sido un día de mucho ajetreo y papeleo por resolver. La compra de propiedades para nuestros hoteles cada vez es más extensa y los números son cada día más grandes y complicados de manejar.
—Raquel. —Llamo a la secretaria de Iván por el interfono. —¿Has encontrado a alguien adecuado para el puesto? —Ser mi secretario o secretaria no era tarea fácil.
—Todavía no. Le aviso en cuánto encontremos a alguien cualificado, señorita.
—De acuerdo, gracias. —Dejo el teléfono derrotada. A este paso, con lo desorganizada que soy, pierdo algo.
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Quererte en silencio
RomanceGabriela, una exitosa empresaria de espíritu independiente y dedicada por completo a su carrera, se ve enfrentada a un inesperado giro en su vida cuando su hermano mayor le pide un favor inmenso. Ante una urgencia, Gabri debe hacerse cargo de su hij...