38. No quiero nada

136 9 0
                                    

Cuando vuelvo a entrar a casa, veo a Aida bajar por las escaleras en ropa interior.

—Te he escuchado gritar, ¿todo bien? —Pregunta con preocupación.

—Nada importante. ¿Por qué no te vas a vestir? Llegarás tarde a la academia. —Respondo, notando la decepción en sus ojos. Aida asiente y vuelve a subir las escaleras para vestirse.

Llamo a Bastiaan para que llegue a casa y pueda llevar a Aida a su destino. Mientras tanto, salgo de casa en mi moto para despejarme. Un rato después, llego a casa de Marín. Cuando él abre la puerta, entro sin decir una palabra y me dirijo al sótano, cerrando la puerta cuando entra.

—¿Qué ocurre?

—Necesito ayuda. No puedo avisar a Kayden porque le tendrán vigilado y de camino he pensado en tu sótano porque está insonorizado y es imposible que tenga micrófonos. No me fío de mi casa ni del ático pero tampoco puedo decirles a mis hombres que registren la casa porque ellos se darían cuenta. —Marín me mira sin entenderme.

—¿Quiénes son ellos?

—Unos tíos de Aida. Me están chantajeando. Saben que la empresa es mía y que Aida es mi novia. ¡Tienen videos nuestros! ¡Joder!

—Relájate, Gabriela. ¿Cómo sabes que es verdad?

—Nos han interrumpido... ehm... da igual. Necesito que me hagas un favor. Tienes que mandar un mensaje dentro de dos días, por el grupo nuevo, invitándonos a todos aquí. De esta manera podré hablar con Kayden.

—Todavía no me has dicho qué te han pedido.

—Que les entregue a Aida y un dinero mensual.

—¿¡Qué!? Pero si la tutela la tiene tu hermano.

—Evidentemente no quieren que sea de forma legal, solo quieren joder y ganar dinero.

—¿Qué pasa si dentro de dos días nos siguen? ¿O le colocan un micrófono a alguien? A Aida. ¿No llevarás uno encima?

—Yo no llevaba nada, lo he revisado.

—Genial pero, ¿qué te dice que Aida o cualquier otra persona no tenga uno? Y además, ¿qué dice ella de todo esto?

—Tengo que pensar en lo primero, en cuánto a lo segundo, ellos no quieren que sepa lo que está pasando.

—¿Cuánto tiempo tienes?

—Veinticuatro horas.

—¿No estarás pensando...?

—Sí.

—No puedes entregársela sin más. Aida va a pensar que te importa una mierda. Y más con tus antecedentes con las mujeres.

—Eso lo hace más creíble hasta que pueda arreglarlo.

—No deberías hacerlo, podemos pensar en algo.

—¿En menos de veinticuatro horas? ¿Me arriesgo a que suban un video de ella follando a internet? ¿Me arriesgo a que la empresa de mi hermano se vea afectada? No puedo. Necesito solucionarlo, pero va a ser meticulosamente, nada puede salir mal.

—Te ayudo con lo que necesites.

—Necesito un móvil de prepago y una SIM. A lo mejor te están vigilando, así que necesito que lo dejes detrás de la barra del bar de siempre. No voy desde que conozco a Aida así que no creo que lo ubiquen.

—¿Para cuándo?

—Para mañana. Ya habré echado a Aida. —Suspiro sabiendo lo mal que lo voy a pasar los próximos días.

Quererte en silencio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora