04. Primer día

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Empieza a desabrocharse de arriba a abajo los botones de la camisa pero se detiene a la mitad y empieza a acercarse. Me agarra del brazo para darme la vuelta y tenerme de frente.

—Este pijama es genial.

Tira de ambos lados de la camisa hacia fuera y entonces lo veo. Es un tatuaje bastante sensual por la zona en la que está. Una serpiente atraviesa el pecho verticalmente justo en la zona del canalillo. Vuelve a abrocharse la camisa menos un par de botones para poder retirarse la camisa del hombro y dejarme ver tres mariposas. Es entonces cuando termina de abrocharse y se da la vuelta dándome la espalda. Se retira el pelo para hacerse un moño y aparece otro, creo que el último de todos intuyendo que ha ido de abajo a arriba. Justo en la nuca, la palabra "pain".

Suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo cuando se gira con una amplia sonrisa, como si lo que acabara de hacer no fuera nada. De hecho, no ha sido nada.

—Me gusta mucho la mitología griega, me encanta este tatuaje de medusa. —Acerca el brazo y toca el dibujo que adorna la zona derecha de mi abdomen. Mi piel enseguida se eriza por el contacto. —Lo siento, tengo las manos frías.

Retira las manos mordiendo una sonrisa y mirándome fijamente. Sus dos ojos de color miel son como orbes dorados que brillan con la suavidad del amanecer. Esto va a ser más difícil de lo que pensaba.

Me pongo la camiseta que me queda bastante pegada y me la meto por dentro de los pantalones. Salgo de la habitación y aprovecho para poner distancia con Aida.

Cenamos unas hamburguesas caseras y ella va a ver la tele en su cuarto mientras que yo me quedo en la del salón para ver un rato netflix e irme a dormir.

Me despierto para hacer café y hacer algo de desayuno para Aida. Imagino que unas tostadas serán suficiente para acompañar el café. Luis está preparado para llevarme al trabajo en la puerta de casa pero antes de irme le dejo un papel con la dirección de mi empresa por si ocurre alguna urgencia.

—Señorita Elizalde.

—Bueno días, Luis. Pasa por la cerrajería antes de irnos a la empresa, por favor.

El día trascurre rápido, sin mucho ajetreo. He abierto huecos en mi empresa para que la gente empiece a solicitar trabajo. He conocido a mi nueva secretaria, Lorena, un par de años más mayor que yo y que sin duda es bastante guapa. También he hablado con nuestros empleados más antiguos y los he ascendido para suplir nuestros puestos cuando no estemos.

Con la reducción de jornada me permito salir a las dos, algo que hacía mucho tiempo que no pasaba. Luis, siempre puntual, me espera en la puerta. Antes de ir a casa paso al supermercado y hago la compra para lo que deduzco que dará para todo el mes, quizás me haya pasado y sea para dos.

Después de ayudarme a subir y ordenar dejo marchar a Luis. Empiezo a cocinar para tener lista la comida cuando Aida llegue.

Llaman a la puerta media hora después. Aida llega en un Volkswagen Arteon negro acompañado de un chófer que rondará mi edad. El coche está lleno de cajas y alguna bolsa.

—Ayuda al chófer a meter las cajas pero déjalas en el salón que se enfría la comida.

Así, diez minutos después Aida y yo estamos comiendo totalmente en silencio. Mira al vacío, pensativa, dando vueltas constantemente a lo mismo.

—¿Estás bien? —Aprieta los labios en respuesta, no entiendo si no quiere hablar o por evitar romper a llorar.

—¿Es por tu madre? —Niega con la cabeza lo que me hace fruncir el ceño. Esperaba una respuesta afirmativa.

—¿Ha pasado algo en el instituto? —No hay respuesta ninguna, ni siquiera es capaz de mirarme a los ojos.

—¿Los compañeros? —Niega con la cabeza pero mi paciencia se va acabando poco a poco.

Quererte en silencio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora