2- Memories.

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Ocho.

La cabeza de la castaña se levantó abruptamente encontrándose con el rostro bañado en sangre de su compañero. Por supuesto que ella estaba en igual condición, los habían golpeado tanto uno frente al otro que no tenían fuerza para quejarse, incluso habían llegado a un estado en que los golpes por poco no dolían. Ambos sabían que aunque revelaran información sobre el equipo los asesinarían, y mientras más rápido hablaran, menos probabilidades de salir con vida tenían.
En el momento en que habían despertado en ese lugar supieron que las chances de sobrevivir a lo que podía llegar a suceder eran mínimas, pero no perdían la esperanza y pelearían hasta el último segundo.
Alice cargaba con la culpa de que había arrastrado a uno de sus compañeros con ella, de haber sabido que Nueve estaba a pocos metros de ella hubiera hecho algo para que el chico se salvara, nunca había sido su intención poner en riesgo la vida del chico.
A pesar de eso, allí estaban.

Ocho, voy a sacarte de aquí.

—No hagas nada estúpido por favor.

—Prometo que te ayudaré —dijo forcejeando con las sogas que lo sujetaban a la silla y quejándose, pues le estaban lastimando las muñecas.

Nueve, mírate, no podrás hacer nada.

—Claro que si.

—Por favor, solo... no hagas nada.

—Debo hacerlo, me prometí a mi mismo no dejar que nada malo te sucediera.

—Y yo me prometí a mi misma nunca dejar que a mis compañeros les sucediera algo. Así que, ambos estamos en un gran aprieto —una risa sin gracia salió de Ocho, que al instante comenzó a toser y a quejarse del dolor—. Nueve, si tienes la oportunidad sálvate, confío en que los demás vendrán por nosotros. Tal vez puedas adelantarte y encontrarlos.

—No digas tonterías... Me soltaré, luego te ayudaré, encontraremos la manera de salir de aquí, juntos. Debo hacerlo.

—No, no debes hacerlo, no me debes nada, solo preocúpate por mantenerte a salvo, ¿si? Prométeme eso, por favor.

—Claro que debo salvarte, quería... quería invitarte a salir en algún momento.

—Podemos hacerlo si quieres, solo debemos esperar un poco a que el equipo venga a rescatarnos. No hace falta que metamos la pata.

—No vendrán, recuerda lo que dijo Siete, Uno tiene la regla de no volver por los que se quedan atrás.

—Le salvamos la puta vida, lo mínimo que podría hacer es intentar ayudarnos. Volvimos por él, así que supongo que esa regla ya no aplica.

—De todos modos debemos pensar en la posibilidad de que no vengan. Además, no sabemos cuánto tiempo nos queda.

—Es suficiente —respondió ella molesta.

Los hombres ingresaron a la habitación de manera brusca, la puerta impactó con tal fuerza contra la pared que un pedazo de ella cayó al suelo alarmando a Nueve, por su parte Ocho continuaba con su rostro neutro, al igual que en todas las horas que habían pasado, lo cual molestaba demasiado a las personas que los mantenían allí, pues a pesar de intentar intimidarla la chica parecía no estar consciente de lo que estaba sucediendo o del peligro que corría.
Mientras que Nueve mostraba sentimientos ella parecía una piedra, y estaban dispuestos a sacar sus sentimientos a flote y quitarle la mascara de chica mala que llevaba consigo.

—Miren... seré honesto, están acabando con la paciencia del jefe, por lo tanto, también con la nuestra. Así que agradeceríamos que nos dijeran lo que necesitamos saber, se ahorraran más golpes. Les daremos una muerte rápida y libre de dolor.

The Driver (Six Underground)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora