13. El consejo negro.

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Rocadragón y Desembarco del Rey estaban increíblemente cerca, especialmente si ibas volando.

En cuestión de minutos, Balerion se perfilaba sobre Rocadragón. Aterrizaron y se encontraron con algunos cuidadores de dragones que esperaban para recibir a Visenya y a su fiel compañero.

Al descender del dragón, Visenya sorprendió a los presentes. A pesar de su cojera en un pie y un raspón que aún sangraba en su mejilla derecha, su determinación era evidente. Se deshizo de la sucia capa que la envolvía, dejándola caer al suelo

Al entrar al castillo de Rocadragón, Visenya desatendió a los sirvientes que se acercaban con preguntas y saludos, dirigiéndose directamente hacia la sala común. En esta habitación se encontraba una gran mesa, un diseño esculpido por Aegon el Conquistador, una réplica del mapa de Westeros.

El estrépito de la puerta al abrirse llamó la atención de Daemon y Rhaenyra, quienes se encontraban en la sala. Sus miradas se encontraron con las de Visenya.

Ella se plantó firme frente a la majestuosa mesa, alternando su atención entre Daemon y Rhaenyra, su padre y su madre.

— Hija... — Rhaenyra se acercó preocupada a Visenya, tomando su cara entre sus manos, teniendo cuidado de no lastimarla en su herida. — llamaré a un maestre...

La tensión en la habitación parecía casi palpable mientras Rhaenyra tomaba el rostro de Visenya entre sus manos, su expresión una combinación de preocupación y confusión. Intentaba ofrecer consuelo mientras evitaba lastimarla en la herida.

— ¿Nos explicarás que ha pasado o tengo que creer que tu primera vez en el lecho matrimonial ha sido tan salvaje?

El sarcasmo de Daemon resonaba en la sala, tiñendo el aire con una burla cargada. La mirada reprobatoria de Rhaenyra hacia él era evidente, un gesto de desaprobación. Visenya, abrumada por el tono burlesco de su padre, desvió la mirada, sintiéndose incómoda por la situación y por tener que explicar lo sucedido.

— El rey Viserys está muerto... — susurró, pero fue perfectamente escuchada. — planean coronar a Aegon. De hecho, la coronación ya debe de estar llevándose a cabo.

— ¿Cómo murió?

Esa revelación trajo una ola de sorpresa que se reflejó en el semblante de Rhaenyra y Daemon. La pregunta de Daemon era una búsqueda urgente de respuestas, pero también contenía un atisbo de preocupación.

— No lo sé. Fui aprisionada en mi habitación mientras Alicent hacía los preparativos, por lo que creo que fue esa misma noche en la que se fueron, para ser mas exacta, por la madrugada.

— Asesinaron a mi hermano esos cabrones... — Daemon se dio la espalda, mirando a la chimenea encendida.

— Te han pedido que jures lealtad ante Aegon... — Visenya tomó las manos de su madre, intentando brindarle algo de calma, pues comenzaba a alterarse.

— Intentaban obligarme, pero logré huir gracias a Balerion. Usaron mi boda para atraer a la gente y así coronar a Aegon frente a las masas.

La conversación se tornaba densa en la habitación, un aire de tragedia rodeaba a los presentes. Rhaenyra, con el rostro entre las manos de su hija, intentaba asimilar la brutal noticia. Daemon, a su manera más silenciosa pero igual de devastada, se enfrentaba al fuego de la chimenea, como si pudiera hallar respuestas en sus llamas.

La tensión se cortaba con la voz de Visenya, intentando ser el soporte emocional para su madre. Pero la magnitud del momento parecía desbordar incluso su capacidad para consolar.

— Alicent asesinó a mi hermano. — Daemon caminó hasta donde estaba Visenya y la tomó bruscamente por el mentón. — la perra asesinó a mi hermano, robó el trono, debiste haberlos quemado a todos.

La Reina Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora