25. El ataque del norte.

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Cuando ser Criston Cole dejó atras el Harrenhal para marchar hacía aguasnegras, encontró esperando entre las rocas de una cadena montañosa: trescientos caballeros con armadura, otros tantos hombres con arco largo, tres mil arqueros, tres mil ribereños andrajosos con lanzas, centenares de norteños que blandían hachas, mazos, manguales y antiguas espadas de hierro.

Sobre ellos ondeaban los pendones de la reina Rhaenyra.

— ¿Quiénes son? — preguntó un escudero a Criston, ya que no portaban más blasones que los de la soberana.

— Nuestra muerte. — respondió ser Criston Cole, pues el enemigo estaba descansado y bien alimentado, contaba con mejores monturas y armas y se encontraba en terreno más elevado, mientras que sus hombres ya daban traspiés, enfermos y descorazonados.

Criston pidió una bandera de tregua y se adelantó, a fin de parlamentar. Tres hombres descendieron de los riscos para reunirse con él. Los encabezaba lord Cregan Stark, quien había movilizado varios ejércitos a diferentes direcciones con el objetivo de cumplir su promesa y reencontrarse con su esposa. Se encontraban con él Pate de Hojaluenga el Mataleones, que había abatido a Jason Lannister, así como su primo Benjen Stark, que portaba las cicatrices sufridas en la Carnada para Peces.

— Si rindo mis pendones, ¿nos prometen nuestras vidas? — preguntó ser Criston a los tres.

— Hice una promesa. — replicó Benjen Stark. — dije que construiría un muro con los huesos de los traidores. Aún no cuento con bastantes, de modo que...

— Si debe haber batalla aquí. — respondió ser Criston. — muchos de sus hombres morirán asimismo.

El norteño lord Stark se rio ante tales palabras, y luego repuso:

— A eso venimos. Ha llegado el invierno. Es hora de irnos. No hay mejor modo de morir que con la espada en mano.

— Como les plazca. — dijo ser Criston, desenvainando la espada larga. — Podemos empezar aquí, los cuatro. Yo solo contra los tres. ¿Creen ser bastantes para que haya combate?

— quiero tres más. — dijo Hojaluenga el Mataleones; y en las montañas, Robb Ríos el Rojo y dos de sus arqueros alzaron los arcos largos. Tres flechas volaron atravesando el campo y alcanzaron a Cole en el abdomen, el cuello y el pecho. — No oiré historias sobre lo valeroso de tu muerte, Hacedor de Reyes. 

La batalla subsiguiente fue de las más desequilibradas de la Danza. Lord Roderick se llevó un cuerno a los labios y tocó a carga, y los hombres de la reina descendieron gritando de los riscos, encabezados por los Lobos de Invierno, con sus melenudos caballos norteños, y los caballeros, con sus destreros acorazados. Al ver a ser Criston muerto en el suelo, los hombres que lo habían seguido desde Harrenhal perdieron la presencia de ánimo y huyeron, abandonado los escudos en su estampida. Sus adversarios les dieron caza y los masacraron por centenares.  

— Lo de hoy ha sido una carnicería, no una batalla. — hablo Cregan cuando habían dado por muertos a todos los hombres, pero igual los norteños festejaron su victoria.

Por otro lado, a pesar del invierno parecía que Rhaenyra Targaryen, estaban en pleno verano. Pese al desafecto de los desembarqueños, la ciudad y la Corona eran suyas. Al otro lado del mar Angosto, la Triarquía había empezado a hacerse pedazos por sí sola. Los mares estaban en poder de la casa Velaryon. Aunque la nieve había cegado los pasos de las Montañas de la Luna, la Doncella del Valle había cumplido su palabra y había enviado hombres por mar para incrementar las huestes de la soberana. 

Otras flotas llevaron soldados de Puerto Blanco, comandados por Medrick y Torrhen, hijos de lord Manderly. El poder acumulado por la reina Rhaenyra se acrecentaba, mientras que el del rey Aegon menguaba.

La Reina Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora