03. Un gran dragón, para otro gran dragón.

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(Me encanta esta foto, si hacen zoom verán a una pequeña niña colgada de los dientes del dragón)
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El tercer hijo de la princesa Rhaenyra, Lucerys Velaryon, nació entre la compañía de Laenor y Harwin, lo que avivó la chispa de rumores antiguos y nuevos. La mirada se posó en el niño cuando reveló una apariencia casi idéntica a la de su hermano Jace: cabello oscuro y ojos profundos, a diferencia de los típicos rasgos plateados de los príncipes Targaryen.

El rey Viserys y Lord Corlys estaban llenos de júbilo por la llegada del niño. Pero la reina Alicent no compartía la misma emoción.

— Continúa intentándolo, quizás obtendrás uno que se parezca más a ti. — murmuró Alicent con un tono que resonaba rivalidad. La tensión entre los bandos de los negros y los verdes crecía cada día, alcanzando un punto en el que su mera presencia resultaba insoportable.

Después de asegurarse de la buena salud de Rhaenyra y Luke, Visenya partió hacia Rocadragón acompañada por el príncipe Daemon, montando a lomos de Caraxes. Al llegar al castillo, les esperaban sirvientes y damas de servicio preparados para recibir a los príncipes.

En ese nuevo entorno, Visenya conoció a Danna Tully, la hija de Lord Elmo Tully, enviada como parte de la corte y para ser dama de compañía. Sin embargo, la afinidad que Visenya desarrolló con la joven fue sorprendente; pasaban la mayor parte del tiempo juntas.

El objetivo de encontrar un nuevo huevo se desvaneció de la mente de Visenya, eclipsado por la amistad con Danna. Juntas exploraban la isla, compartían juegos y, a veces, incluso dormían en la misma habitación.

Lady Danna Tully, un año mayor que Visenya, tenía un cabello castaño rojizo que caía más allá de sus hombros. Sus ojos brillaban en tonalidades azules y su complexión era delicada y menuda. En personalidad, era un contraste notorio con la princesa; era tranquila, educada, disfrutaba de actividades más femeninas y, aunque encantadora, mostraba cierta timidez en ocasiones.

Danna se convirtió en la compañía perfecta para Visenya; se complementaban de manera sorprendente. La chica pelirroja disfrutaba peinando el largo y plateado cabello de Visenya, trenzándolo y sujetándolo en elegantes moños. Además, la ayudaba a seleccionar vestidos y le regalaba libros de poesía para leer.

Por su parte, Visenya se empeñaba en llevar a Danna a explorar, aunque la chica solía asustarse con ruidos fuertes y sentía incomodidad al ensuciarse con el barro. A pesar de sus diferencias, siempre encontraban maneras de pasar tiempo juntas.

La noticia de que el huevo de Luke había eclosionado, dando paso al nacimiento de Arrax, llegó pronto a Rocadragón. En una de las cenas, el príncipe Daemon recordó a Visenya la razón de su visita, recordándole que pronto regresarían a Desembarco del Rey y esperaba que lo hiciera montando su propio dragón.

— Pensé que tomaría un huevo. — Daemon hizo una señal para que se acercara más a él. La niña se puso de pie frente a Daemon, quien posó ambas manos en sus hombros.

— Escucha, Visenya. Serás reina algún día, y no una reina cualquiera, sino la mejor gobernante de todas. Tú y tu linaje tienen un gran futuro por delante. No permitiré que te vayas solo con un pequeño huevo. Elegirás al dragón que más te llame la atención y forjarás un vínculo con él.

— ¿Cómo se supone que sepa con cuál puedo formar un vínculo? — preguntó Visenya, intrigada.

— Un dragón es una criatura fantástica, no puede ser forzado a obedecerte. Pero si le muestras al dragón que eres digna de montarlo, te permitirá convertirte en su jinete. Tú escogerás a tu dragón y espero que también él te elija a ti. Y si no sucede, espero que sepas cómo escapar de un dragón, porque no permitiré que te lastime, ¿entendido?

La Reina Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora