20. Noticias.

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Visenya había decidido sumergirse en un remanso de tranquilidad en las cuevas repletas de aguas termales que Winterfell ofrecía como un rincón de relajación. Aunque era habitual que los guardias se mantuvieran dentro de las cuevas para vigilar y proteger a los bañistas, la presencia de la princesa cambió la dinámica; por respeto a su intimidad, optaron por permanecer fuera, manteniendo una discreta distancia.

La luz titilante de las antorchas resaltaba los contornos de las rocas en la cueva, lanzando destellos sobre el agua que acentuaban su tonalidad turquesa. La tranquilidad reinaba, solo rota por el suave murmullo del agua y el sutil eco de las voces. Visenya, sumida hasta las orejas en el agua, encontraba placer en la sensación de bienestar que las aguas cálidas le proporcionaban. Mantenía los ojos cerrados, permitiéndose sumergirse por completo en el ambiente de calma que la rodeaba.

A su lado, Danna, una figura delicada y recatada, se sentaba con la quietud de quien intenta acostumbrarse al calor del entorno. Con el agua hasta la cintura, sus movimientos eran lentos y pausados, intentando acostumbrarse a la temperatura. Un abanico en su mano se movía con gracia, intentando aliviar la sensación de calor que se había apoderado de ella.

— Visenya, creo que extraño Rocadragón.

— ¿En serio? no es que yo no lo haga, pero no creo que Winterfell sea tan malo. — dejó caer su cabeza sobre el hombro de Danna.

— Es que... no lo sé, pero en Rocadragón todo era diferente. Tú y yo compartíamos habitación antes de llegar aquí. — Visenya abrió lentamente los ojos y se encontró con la mirada de Danna. — Éramos solo nosotras... después te fuiste a Desembarco del Rey y estuviste a punto de casarte... Tengo que admitir que me puso triste la noticia. Sabía que llegaría el momento en el que te casarías y formarías tu propia familia, pero creo que no estaba lista para verlo.

— ¿Estás celosa?

— No... no lo sé. — Danna se mordió el labio inferior, sus ojos reflejaban una mezcla de nostalgia y anhelo. — A veces me deprimo por no haber nacido como un hombre. Así tú y yo podríamos estar juntas sin que otra persona nos separara... Pero es ridículo pensarlo. — Suspiró con pesar, apartando la mirada. — Si hubiera sido el primogénito y heredero de mi padre, nunca me habría enviado a Rocadragón para servir a nuestra reina y no te habría conocido. También sería complicado que nos comprometieran... — Visenya interrumpió sus palabras con un beso suave en la mejilla de Danna, acallando la conversación por un momento.

— Por favor, Danna. Si fueras un hombre, no serías ni la mitad de encantador de lo que eres como mujer. — Se acomodó con la espalda recta para encontrarse con su mirada. — Tienes razón en que tal vez no nos habríamos conocido y eso sería peor. Me has hablado para motivarme a casarme y tener hijos, en realidad no pensé que te sintieras así... Pero si te sirve de consuelo, lo que siento por ti es genuino. Mi amor por ti surgió de manera natural, no me he forzado a sentirlo por compromiso. — Visenya se acercó más al oído de Danna. — Creo que me agrada Cregan, lo cual es bueno, ya que debo pasar mi vida con él y darle hijos. Es reconfortante saber que al menos tengo buenos sentimientos por él. Pero contigo quiero compartir mi vida, no por obligación, sino por deseo. — Se recostó nuevamente en el agua. — Afortunadamente, soy la princesa de Rocadragón y algún día seré reina. No hay nadie que pueda separarte de mi lado y sobrevivir en el intento.

Danna esbozó una sonrisa de medio lado, sus mejillas adquirieron un sutil rubor, quizás a causa del calor del agua o tal vez por las sinceras palabras de Visenya. Sus ojos centellearon con una mezcla de sorpresa y afecto, mientras sus labios apenas reprimían una sonrisa más amplia.

— ¿Sabes? Marido y mujer no están obligados a dormir juntos si alguno de ellos no quiere. Podrías seguir durmiendo en tu habitación de siempre y solo ir a la habitación de Lord Stark cuando él lo requiera... o si tú quieres... — Danna titubeó un momento, sus palabras flotaban en el aire cargadas de una mezcla de incertidumbre y delicadeza.

La Reina Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora