35. Aegon II Targaryen

1.2K 106 6
                                    

Al otro lado de la muralla de la Fortaleza Roja, la reina viuda Alicent y lord Larys Strong habían ofrecido la libertad a la Serpiente Marina, junto con el indulto de sus traiciones y un puesto en el consejo privado, a condición de que hincara la rodilla ante Aegon II como su rey y le entregara las espadas y velas de Marcaderiva; pero el anciano lord Corlys resultó ser un hueso duro de roer.

— Tengo las rodillas viejas y anquilosadas, no se hincan fácilmente. — respondió antes de establecer sus propias condiciones. No satisfecho con su propio indulto quería la amnistía de todos los hombres, que habían luchado por la reina Rhaenyra, y que se concediera a Aegon el Menor la mano de la princesa Jaehaera, para que se proclamara a los dos indivisiblemente herederos del rey Aegon. — El reino está desmembrado, tenemos la misión de reconstruirlo. También exijo la libertad de mis nietas, lady Baela y la princesa Visenya.

La reina Alicent se declaró indignada por la arrogancia de lord Velaryon, en especial en lo tocante al nombramiento del Aegon de la reina Rhaenyra como heredero del suyo. Había sufrido la pérdida de dos de sus tres hijos y su única hija durante la Danza, y le resultaba intolerable que perviviese ningún hijo de su rival. Airada, recordó a lord Corlys que en dos ocasiones había presentado condiciones de paz a Rhaenyra y en dos ocasiones habían sido rechazadas.

Pero el consejo verde contaba con lady Baela y la princesa Visenya encarceladas, por lo que al día siguiente, lord Corlys Velaryon, la Serpiente Marina, se prosternó ante la reina Alicent, sentada en los peldaños inferiores del Trono de Hierro en representación de su hijo, para jurar al rey su lealtad y la de su casa. Ante los ojos de los dioses y los hombres.

Con su hermana muerta y sus únicos hijos superviviente cautivo en su propia corte, el rey Aegon II tenía motivos para esperar que se disgregaran los restos de la oposición a su gobierno. Y quizá hubiera sido así de haber seguido su alteza los consejos de lord Velaryon de amnistiar a los señores y caballeros adscritos a la causa de la reina.

El monarca, por desgracia, no era de talante proclive al perdón. A instancias de su madre, la reina viuda Alicent, estaba decidido a vengarse de quienes lo habían traicionado y desposeído. Empezó por las Tierras de la Corona, enviando a sus propios hombres y a los tormenteños de Borros Baratheon contra Rosby, Stokeworth, el Valle Oscuro, y los pueblos y aldeas circundantes.

Mientras tanto, sus enemigos avanzaban. Por el Cuello Cregan Stark, señor de Winterfell seguido de una numerosa hueste, veinte mil salvajes aullantes enfundados en pieles andrajosas, al tiempo que la Doncella del Valle enviaba a su propio ejército desde Puerto Gaviota: diez mil hombres bajo el mando de lord Leowyn Corbray y su hermano ser Corwyn, que blandía la famosa espada valyria conocida como Dama Desesperada.

Sin embargo, la amenaza más acuciante era la que planteaban los hombres del Tridente. Casi seis mil se habían congregado en Aguasdulces cuando Elmo Tully llamó a sus banderizos. Estaban a seis días de marcha de Desembarco del Rey y avanzaban por el camino Real cuando lord Borros Baratheon envió a su encuentro a los tormenteños, reforzados con levas de Stokeworth, Rosby, Hayford y el Valle Oscuro, junto con dos mil hombres y muchachos de las cloacas del Lecho de Pulgas, equipados apresuradamente con lanzas y yelmos de hierro.

Los dos ejércitos chocaron a dos días de la ciudad, en un paraje en el que el camino Real discurría entre un bosque y una colina baja. Había llovido fuertemente durante días; la hierba estaba húmeda, y la tierra, blanda y embarrada. Lord Borros confiaba en resultar victorioso, ya que sus exploradores le habían dicho que al frente de los ribereños marchaban mancebos y mujeres. Faltaba poco para el ocaso cuando atisbó al enemigo, pero ordenó un ataque inmediato, aunque frente a ellos, la carretera era un muro inexpugnable de escudos, y a su derecha, la colina bullía de arqueros.

La Reina Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora