30. La llegada del desconocido.

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— Esta reina antinatural que se sienta sangrante en el Trono de Hierro, con los labios de ramera relucientes y rojos por la sangre de su dulce hermana. — decía el pastor muerto, el clamor de la revuelta mientras se dirigían a pozo dragón para matar a las bestias aladas. Cuando una septa de la turba le suplicó a gritos que salvara la ciudad, el Pastor le dijo. — tan solo la merced de la Madre puede salvaros, pero la expulsaron de esta urbe con vuestro orgullo, lujuria y avaricia. Ahora es el Desconocido quien viene. Llegará montado en su montura oscura de ojos ardientes, con un flagelo de fuego en la mano para purificar esta sentina de pecado, liberándola de los demonios y de quienes se prosternan ante ellos. ¡Escuche! ¿Oyen ya el sonido de los cascos abrasadores? ¡Llega! ¡¡¡Llega!!!

La multitud hizo suyo el grito y coreó: «¡Llega!, ¡¡¡llega!!!

Tal vez confiaran los atacantes en acabar con los dragones mientras aún dormían, pero el alboroto del asalto lo imposibilitó. Quienes vivieron para contarlo hablan de gritos y berridos, del olor de la sangre en el aire, de puertas de roble y hierro astilladas por rudimentarios arietes.

Pocas veces tantos hombres han puesto tanto ahínco en meterse por su propio pie en la pira funeraria, pero la locura se había apoderado de ellos. Había cuatro dragones alojados en Pozo Dragón. Cuando los primeros asaltantes llegaron a la arena, los cuatro estaban despiertos, en pie y furiosos.

Atrapados en el pozo, rodeados de muros y una bóveda y atados por gruesas cadenas, los dragones no podían salir volando ni usar las alas para repeler los ataques o acometer a sus enemigos, por lo que lucharon con cuernos, garras y colmillos, volviéndose hacia uno y otro lado como toros en un reñidero de ratas del Lecho de Pulgas; pero estos toros exhalaban fuego. Pozo Dragón se vio transformado en un encarnizado infierno, donde hombres en llamas daban tumbos gritando en el humo, mientras la carne se desprendía de sus huesos ennegrecidos, pero por cada hombre que caía, aparecían diez más gritando que los dragones debían morir. 

Shrykos, dragón del difunto Jaehaerys, fue el primer dragón en sucumbir, a manos de un leñador conocido como Hobb el Talador, que trepó a su cuello y le hincó el hacha en el cráneo mientras la bestia rugía y se retorcía tratando de derribarlo. Siete golpes asestó Hobb con las piernas enroscadas en torno al cuello del dragón, y cada vez que caía el hacha, rugía el nombre de uno de los Siete. Fue el séptimo golpe el que mató al dragón al atravesar sus escamas y huesos hasta penetrar los sesos.

A Morghul, le dio muerte el Caballero Ardiente, un energúmeno de recia armadura que se lanzó de cabeza a la llamarada del dragón, lanza en mano, y le clavó la punta en un ojo repetidas veces, aun mientras las llamas le derretían la armadura de acero y devoraban la carne de su interior. 

Tyraxes, el dragón del príncipe Joffrey, se retiró a su guarida, abrasando a tantos aspirantes a matadragones mientras lo acometían, que su entrada quedó pronto taponada por los cadáveres. 

La última de los cuatro dragones del pozo no dejaba que nadie se le acercase tan fácil, Dreamfire ya se había liberado de dos de sus cadenas a la muerte de la reina Helaena y, cuando la acometió la turba, rompió las que le quedaban al arrancar los soportes de los muros; luego se lanzó contra el gentío con uñas y dientes, destrozando hombres y desmembrándolos a cada exhalación de sus terribles llamaradas. Mientras otros la cercaban, alzó el vuelo, circundó el cavernoso interior de Pozo Dragón y se lanzó al ataque de los hombres que tenía debajo. 

Centenares de atacantes huyeron aterrorizados de sus llamas; o más centenares, ebrios o locos, o poseídos por el valor del mismísimo Guerrero, prosiguieron. Incluso en la clave de la bóveda, el dragón quedaba aún al alcance de los arqueros y ballesteros, de modo que dardos y flechas de punta cuadrada volaban hacia Dreamfire doquiera que fuese, desde tan cerca que algunos le atravesaban las escamas. 

La Reina Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora