27. Traiciones y el pastor muerto.

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Las noticias de los traidores llegaron hasta desembarco del rey, Alicent se echó a reír mientras gritaba "ahora cosechan lo que han sembrado" pero desde el trono de hierro, la reina Rhaenyra palideció al enterarse. Ordenó que se cerrasen y atrancasen las puertas de la ciudad; nadie entraría en Desembarco del Rey ni saldría.

— No permitiré que los cambiacapas se cuelen en mi ciudad para abrir mis puertas a los rebeldes. — proclamó. El ejército de lord Ormund podía llegar a sus muros por la mañana o a lo largo del día siguiente; los traidores a lomos de dragón, podían arribar antes incluso.

Tal perspectiva entusiasmó al príncipe Joffrey.

— Que vengan. — dijo enrojecido, con la arrogancia de la juventud y deseoso de vengar a sus hermanos caídos. — Los recibiré a lomos de Tyraxes. — tales palabras alarmaron a su madre.

— Nada de eso harás. — declaró. — Eres demasiado pequeño para batallar.

Aun así, permitió quedarse al joven cuando el consejo negro debatía el mejor modo de lidiar con el adversario que se aproximaba. Seis dragones quedaban en Desembarco del Rey, aunque tan solo uno intramuros de la Fortaleza Roja: Syrax, la hembra de la mismísima reina. Se había vaciado de caballos un establo del patio exterior a fin de albergarla, y fuertes cadenas la anclaban al suelo. Aunque eran bastante largas para que pudiera trasladarse del establo al patio, le impedían volar sin jinete. Ya se había habituado a estar encadenada; la alimentaban sumamente bien y no la montaban desde hacía años.

Los otros dragones se encontraban en Pozo Dragón. Bajo su inmensa cúpula que se había excavado en las entrañas de la Colina de Rhaenys un anillo compuesto por cuarenta grandísimas cámaras abovedadas. Gruesas puertas de hierro cerraban estas cuevas artificiales por los extremos: las interiores daban al pozo enarenado, y las exteriores, a la ladera de la colina. Caraxes, Vermithor, Ala de Plata y el Ladrón de Ovejas habían anidado ahí antes de salir volando a la batalla. Quedaban cinco dragones: Tyraxes, del príncipe Joffrey; el gris claro Bruma, de Addam Velaryon; los jóvenes Morghul y Shrykos, ligados a la princesa Jaehaera (huida) y a su mellizo el príncipe Jaehaerys (muerto)y Fuegoensueño, la bienamada de la reina Helaena.

Era una arraigada costumbre que al menos un jinete de dragones residiera en Pozo Dragón, para poder despegar en defensa de la ciudad llegado el caso. Puesto que Rhaenyra prefería estar al lado de sus hijos, tal deber recayó sobre Addam Velaryon.

Pero entonces, ciertas voces del consejo negro pusieron en duda la lealtad de ser Addam. Dos semillas de dragón, Ulf el Blanco y Hugh Martillo, se habían pasado al enemigo, pero ¿eran los únicos traidores que había en su seno? ¿Y Addam de la Quilla y la joven Ortiga? Habían nacido bastardos asimismo; ¿eran de fiar? Lord Bartimos Celtigar no lo creía.

— Los bastardos son traicioneros de por sí. Lo llevan en la sangre. La traición es inherente al bastardo, así como la lealtad al biennacido. — pidió a su alteza que hiciera prender de inmediato a los dos jinetes de extracción humilde, antes de que también se pasaran al enemigo con sus dragones.

Otros se hicieron eco de su punto de vista; entre ellos, ser Luthor Largent, comandante de la Guardia de la Ciudad de Rhaenyra, y ser Lorent Marbrand, lord comandante de la Guardia Real. Hasta los dos hombres de Puerto Blanco, el temible caballero ser Medrick Manderly y su agudo y corpulento hermano ser Torrhen, apremiaron a la reina a desconfiar.

— Es mejor no arriesgarse. — dijo ser Torrhen. — Si el enemigo se hace con dos dragones más, estamos perdidos.

Tan solo lord Corlys y el gran maestre Gerardys hablaron en favor de las semillas de dragón. El gran maestre dijo que no se habían observado indicios de deslealtad por parte de Ortiga y ser Addam; lo más prudente era recabar pruebas antes de formular acusación alguna. Lord Corlys fue mucho más allá al declarar que ser Addam y su hermano Alyn eran «auténticos Velaryon» y dignos herederos de Marcaderiva. En cuanto a la chica, si bien era sucia y desfavorecida, había luchado valientemente en la batalla del Gaznate.

La Reina Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora