3. Marca

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Cuando la vi caer a el suelo tuve aires de
grandeza inevitables, sin duda.

— ¡Atención. el príncipe Mustafa!— voltee
inmediatamente.

Aún contenía mi rabia lo suficiente
como para reclamarle a Mustafa sobre su
concubina barata.

— ¿Que está pasando aquí, Mihrimah?—
preguntó con un tono agitado, hice
una mueca de disgusto.

— Está mujer me ha faltado a el respeto,
le he dado una lección— hablé sin rodeos.

Me miró amenazador.

Sentí un pequeño escalofrío recorrer mi
cuerpo.

Tenía la típica mirada de mi padre cuando
se enojaba.

— ¡Es mi favorita, la madre de mis hijos!,
¡Y es una sultana!— me coloqué en una
posición amenazante, — Que sea una sultana
no le da ni le dará el derecho a levantarme
el tono de voz— exigí, mientras lo miraba
fijamente.

— Mihrimah, no hagas esto más— pidió,
negué, — No, que tu favorita no haga
esto más, es solo una hatun. Pero veamos
como reacciona su majestad ante esto—

Mi padre siempre me ha dado su pleno favor,
me salvo fácilmente de esto.

— Bien, veámoslo con nuestra majestad— dijo
y cuando miré a Nurgul, está ya estaba parada,
mirándome desafiante.

Éramos el espectáculo de el harem, no
tengo duda de eso.

— Nos veremos en los aposentos de el sultán,
ahí sabremos a quien le cree— me di la media
vuelta y camine sin miedo.

¿Por qué lo tendría?, yo soy la hija, su única
hija. Nadie puede faltarme el respeto.

— — —ꨄ— — —

Íbamos camino a los aposentos de el
sultán, lo más seguro es que Mihrimah
ya esté ahí.

Solo espero y el sultán le diga algo,
ya que he escuchado demasiado y sé que
el la ama más que a nada.

— Aghas, abran la puerta por favor, necesitamos
ver a el sultán— pidió Mustafa y ellos accedieron
sin pensarlo dos veces.

Entramos a pasos dudosos, ambos nos
reverenciamos y el sultán me miró.

Si, tenía la marca de la cachetada que me había
dado esa mini Hurrem.

— Majestad — dijo Mustafa y baje la cabeza.

— ¿Lo que escuché es cierto, Nurgül?— preguntó
y alce la cabeza, mirando su rostro.

— Majestad, yo solo quise ser generosa,
darle unos cuantos obsequios para las
mujeres de el harem— hablé cortante.

— Mihrimah me ha dicho que le haz faltado
a el respeto, como sabes ella es mi hija,
mi sangre y mi sultana. Eso merece un
castigo— solté un suspiro, — Si..darle
obsequios a las concubinas es un castigo,
es algo que asumiré— Mustafa tomó posición

— Padre, hay muchos testigos de que Nurgul
no le ha faltado el respeto a Mihrimah— el
sultán miro a Mihrimah quien tenía una
mirada amenazadora, — Majestad, le aseguró
que ella me ha levantado el tono— sollozo
un poco, — Bien Nurgul, te salvarás de esta
con Mustafa, retírense— asenti e hice una
reverencia después de Mustafa.

Salimos de los aposentos enseguida, directo
a los de la sultana Mahidevran.

Mustafa le dio una señal a el agha para que
no lo anunciarán.

Ella estaba ahí, leyendo un libro.

— Sultana — me reverencié y desvió su mirada
a nosotras, se levantó enseguida al ver mi
mejilla que estaba un poco roja y tenía
algunas marcas de los dedos de Mihrimah.

— ¿Que te ha pasado?— exclamó con un
tono angustiado, — Mihrimah la ha golpeado—
hablo antes que yo Mustafa, — ¡Allâh!, necesitamos
curarte enseguida— sonreí, — estoy bien. Solo
fue una cachetada, nada importante— ella
se acomodó para mirarnos a ambos, — Nurgul,
sabes las consecuencias si le haz regresado
el golpe. ¿No?— asenti, — Ella me ha golpeado
solo por darle algunos obsequios a las concubinas,
sin testigos de su ira sin razón— hizo una mueca
triste, — No la he golpeado— respondí.

Mustafa se sentó en el diván.

— se debió de haber quejado con el sultán—
concluyó, asenti, — lo ha hecho, pero el
sultán fue justo y no nos dijo nada, es
más. Miró enojado a Mihrimah y pidió
que saliéramos, por eso estamos
aquí— ambas volteamos a verlo.

— eso significa que le dirá algo...que suerte—
añadió por último antes de imitar la acción
de Mustafa y sentarse en el diván a su lado.

Solo espero y el sultán le diga algo...

— — — ⌘ — — —

— ¿por eso la golpeaste, Mihrimah?— preguntó
y asenti. — me sentí muy acosada cuando me
hablo con un tono elevado y me desafió. Usted
sabe que nadie a pesar de mi madre puede
dar obsequios, y ella lo ha hecho, mirándose
como alguien muy importante— solloce un
poco.

El suavizó su mirada, soltando un suspiro leve.

— Mihrimah, ese no es motivo. Si se repite,
a la que castigaré será a ti..— lo mire mientras
mis ojos se cristalizaban.

El extendió los brazos en señal de que le
diera un abrazo y fui enseguida a sus brazos.

Yo gané, otra vez.

Espero y esa marca quede en tu rostro para
siempre, Nurgul.

𝐌𝐘 𝐇𝐔𝐒𝐁𝐀𝐍𝐃•ᵐᵘˢᵗᵃᶠᵃ ᵃⁿᵈ ⁿᵘʳᵍᵘˡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora