58- escapando

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— ¿Que sucede, por que suenan esos gritos?— preguntó la kalfa, acercándose sorprendida hacia las puertas de madera, ahí estaba la sultana Hurrem, o lo que quedaba de sultana.

Su honor y decencia habían terminado ahí, la mujer chillaba, llevando sus manos hacia su rostro, ocultándolo, el poco maquillaje que llevó ese día, intentando esperar a su hijo, abrazarlo y desearle un reinado digno, se perdió ese día.

Sus sollozos ahogados, las criadas asomándose por los aposentos, frustrada, se llenaba de recelo, grito una fuerte amenaza hacia su rival.

— ¡Maldita zorra!— exclamó, entre su grito sonó su último sollozo, — ¡Nurgül!— dijo en un tono más elevado, rasgó su vestido molesta.

Pero nadie la detendría, según las palabras, la gente hacía oídos sordos.

Sin embargo, la amenaza de ocho hombres los cuales eran espadachines diestros y con la vasta experiencia atemorizó, ya que, la sangre de dos guardianes en las puertas de el gran palacio de piedra recorrieron el suelo, los rostros atónitos, nadie interfería cuando la sultana Hurrem fue sacada con el trato que pidió la valide de el imperio, «¡trátenla con odio!» había exigido la mujer en la gran sala una noche antes.

Sin embargo, la dama lograría escapar y correr lo más que pudo, lo más que su vejez y sus piernas le permitieron, lloro en su trayectoria, no sabía a donde iba, y lo más triste de todo, es que había montado un caballo grande y feroz, el cual casi la tumbaba de su montura. 

El animal fue tan rápido como pudo pedir Hurrem.

— ¿Como escapa una mujer?, ¡y más una anciana!— grito Nurgül a la mañana siguiente, los testigos de su ira eran sus propios hijos, y también sus sirvientes

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— ¿Como escapa una mujer?, ¡y más una anciana!— grito Nurgül a la mañana siguiente, los testigos de su ira eran sus propios hijos, y también sus sirvientes.

Mihrimah tragó en seco, un escarabajo camino entre sus dedos, evitando el contacto con su progenitora, mientras Abdullah, permanecía igual de callado que su hermana, — madre, suele pasar— excusó el sultán.

— ¡Silencio!— lo miró, con el ceño fruncido, Abdullah alzó una ceja ante lo que creía, "la rebeldía de su madre" , ella ya había cambiado demasiado a como era antes.

Cuando era más joven, antes de todo el caos, ella era dulce, amable y apasionada por lo que más le gustaba, culta y odiaba hablar sobre la muerte, amaba el contacto físico, y daba abrazos calurosos hasta con sus propios ciervos de confianza, siempre llevando atuendos coloridos y joyas poco extravagantes.

Pero ahora, ella era todo lo contrario, siempre se veía molesta, odiaba todo lo que alguna vez amo, hablaba sobre las múltiples hazañas que logró hacer para matar a Selim, era brava con incluso sus hijos, usaba el color negro para todo, y sus joyas se habían vuelto dignas de una sultana madre.

— Basta, madre, ¡demos el asunto por terminado!, Hurrem escapó y nunca más podremos volver a tenerla encarcelada, ¡si es que alguna vez la tuvimos madre!— monótono, quería dar por cerrado el caso.

— ¡Haz silencio a tu madre!— Mihrimah cerró los ojos, sabía lo que vendría, — ¡Haz silencio a tu sultán!— con ambos arrebatos, Nurgül podía reflejar su altanería de joven en su hijo, se mantuvo callada, mirándolo en silencio. Sus aretes se movieron cuando su cabeza lo hizo, — vete, y no traerás más cosas ni personas, a menos que sea esa arpia suplicando, yo misma le cortaré la lengua

𝐌𝐘 𝐇𝐔𝐒𝐁𝐀𝐍𝐃•ᵐᵘˢᵗᵃᶠᵃ ᵃⁿᵈ ⁿᵘʳᵍᵘˡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora