39- De negro puro

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"Nunca subestimes el deseo de Allah"

Los pasos de Mihrimah eran lentos y seguros, tenía miedo de que la enfermedad también pudiese brotar en su hija menor y quizá en su esposo, pero se contuvo y observó a los tres niños, los cuales, jugaban con juguetes de madera diseñados especialme...

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Los pasos de Mihrimah eran lentos y seguros, tenía miedo de que la enfermedad también pudiese brotar en su hija menor y quizá en su esposo, pero se contuvo y observó a los tres niños, los cuales, jugaban con juguetes de madera diseñados especialmente para ellos y con los mejores toques.

— Allah — murmuró la sultana mientras mantenía sus dos manos pegadas, de su cuello reposaba un collar de perlas, y de sus orejas aretes de diamantes pequeños incrustados en el oro puro, en su cuerpo permanecía un vestido color rojo vino con toques dorados y otros un poco amarillentos casi en el dobladillo. Suspiro y observó a su sobrina con lentitud, sus cabellos marrones eran parecidos a los de su madre, y si era sincera, podía deducir que era tan hermosa como ella.

Desvió su vista con lentitud hacia el mayor de los hermanos, Ahmed, un niño parecido a Mustafa en la mayoría de aspectos, solo que son esos ojos verdes como los árboles en primavera de su amada madre, sonrió levemente y tragó en seco.

Humasha entró esbozando una alegre sonrisa y un vestido rosa, su cabello cada vez se tornaba más rojizo como el de su abuela, y sus ojos marrones resaltaban, casi como la avellana.

— Madre— saludo, Mihrimah alzó una ceja con una leve sonrisa mientras miraba lo pálida que se encontraba su hija, — ¿Humasha, estas bien?— tocó su frente y la niña asintió, — Si mamá, ¿pero puedes ayudarme a bañarme?— la sultana asintió enseguida y miró a su criada, quien salió con prisa a preparar los baños, mientras su segunda cariye cuidaba a los niños a la vista.

— Ya sabes que hacer, hay que tener cuidado con los niños

Murmuró y la miró con advertencia, la cariye asintió y se reverencio antes de girarse a estos, los cuales aún se encontraban distraídos

— Orhan, despierta, es hora de desayunar — murmuró Nurgul con una leve sonrisa hacia su hijo más joven por el momento, moviéndolo para que despertase, pero este simplemente no accedía y ni abría sus ojitos marrones

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— Orhan, despierta, es hora de desayunar — murmuró Nurgul con una leve sonrisa hacia su hijo más joven por el momento, moviéndolo para que despertase, pero este simplemente no accedía y ni abría sus ojitos marrones.

Su duda creció y pasó a esperar la respiración de el niño con un semblante lleno de temor, suspiro y colocó su dedo en el cuello de el pequeño, vaga sorpresa se llevó cuando pudo contemplar con mejoría la piel pálida de el que había sido su hijo.
La mirada temblorosa terminó en una llena de impresión y lamento, tragando en seco. Fue cuando se aferró a las ropas de su niño y murmuró su nombre diversas veces esperando que este se levantase o abriese esos ojos que ella tanto amaba y alguna vez esperó con paciencia recibir.

Mustafa permaneció sentado en su escritorio con la mirada fija a la tinta que alguna vez fue la causante de el diagnóstico de su joven hijo y la lepra que acechaba cada vez más y más, se levantó cuando escuchó un grito devastador que lo hizo temblar por instantes y obligarlo a salir con la mirada confusa, sabía lo que se aproximaba, pero no esperaba que ahora.

Y ahora, su mujer se encontraba en el suelo con la mirada perdida y exigiendo con la mirada una señal de consuelo inmediata, el hizo eso, se acercó y lamento como pudo sin destrozarse ni patalear de el odio o la tristeza, simplemente quedó quieto mientras sus brazos retenían a la dama la cual se movía por el enojo que sentía.

— ¡Es culpa de los doctores!

Reprochó esta en su momento de rabia, intento tachar la imagen de cualquiera para poder hacer que su corazón dejase de ahogarse en un mar que parecía interminable de la tristeza, este negó e intento envolverá en un abrazo para conformarla.

La noticia sorprendió a más de uno, la lepra podría haberse extendido y no lo hizo, allah sabía que se llevaba a las personas injustas o crueles en los peores castigos y destinos por sus desdichas o acciones, pero...¿que sucedía con aquellos que tenían el alma pura y sin odio dentro su mente y sentimiento?, ¿a donde iban?, ¿por que se hacían ese tipo de castigos?.

A medida que las semanas pasaban y Nurgul pasaba su embarazo, después de ver la triste escena donde se llevaban a su hijo y era cubierto por una manta blanca se lamentó no haber hecho algo mayor, por haberse aferrado a cosas que eran en vano.

Sola se envolvió en su propia tristeza y lágrimas las cuales si no dejaban de brotar, pronto hundirían la habitación, con el corazón en la mano observó la vista desde el balcón, pese a que ya habían transcurrido dos semanas solo salía a su propio aseo y de negaba a comer más de una vez a el día.

El toque de la puerta hizo girar su cabeza lentamente hasta esta, acercándose a pasos lentos y seguros, sin abrirla y a pocos metros de esta suspiro mara murmurar lo siguiente:

— Adelante, ¿es mi comida?

Pregunto y observó como estas se abrían con un pergamino en la mano de uno de los tantos eunucos, lo tomó con rapidez y descaro para abrirlo. En su proceso dio una última mirada confusa a el hombre y la desvió lentamente para leer con cuidado.

Conforme bajaba la mirada a medida que las letras aumentaban su rostro cambiaba a uno de sorpresa, sin creerlo tomó aire ante las terribles noticias.

Humasha, ahora ella podría morir, y sus hijos seguían en el palacio.

𝐌𝐘 𝐇𝐔𝐒𝐁𝐀𝐍𝐃•ᵐᵘˢᵗᵃᶠᵃ ᵃⁿᵈ ⁿᵘʳᵍᵘˡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora