30-𝐫e𝐞n𝐜u𝐞n𝐭r𝐨

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"El dolor que se genera a
una persona es insuperable"

Mihrimah chiquita caminaba por los jardines, mientras sostenía dos jazmines y jugaba sola

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Mihrimah chiquita caminaba por los jardines, mientras sostenía dos jazmines y jugaba sola. Dos criadas la seguían detrás suyo.

No tardo mucho para regresar a los aposentos de su madre, quien leía un libro, algo frustrada.

— Madre — llamó, intentando obtener la atención de la mujer, — Dime Mihrimah— respondió aún con su mirada clavada a el libro y cada letra que saltaba al momento en que leía.

— Te traje un jazmín, es muy bonito — hablo tiernamente.

Sümbulag, quien se encontraba casi en una esquina, observaba todo con ternura.

— Gracias cariño, puedes dejarla en la mesa — finalizó la conversación.

Los ánimos de Mihirmah se esfumaron en el momento, dejando el jazmín en la pequeña mesa y marchándose a sus pequeños aposentos que se encontraban más adentro.

Mehmed entró con una sonrisa radiante, en sus manitas sostenía un barquito que hizo el mismo, con emoción se acercó a su madre.

— ¡Mira mami!, ¡traje un barco para ti!— Hurrem aparto el libro inmediatamente, observando a su hijo mayor, y dibujando en su rostro la misma sonrisa llena de felicidad y amor.

— Mi pequeño príncipe es todo un profesional — alago, tomó el barco y lo observó atenta.

La pequeña niña miró desde lo lejos, sus ánimos y alegría que había recuperado se habían agotado, ella había hecho otra flor pero de papel. Se había dedicado desde hace mucho a ello, y con algo de profesionalismo pensaba en darle la flor a su madre.

Agachó la cabeza mientras lágrimas brotaban de su rostro.

Sümbulag volteó repentinamente, notando a la niña, quien Hurrem no daba gran atención, aún estaba centrada en su hijo.


Sümbulag volteó repentinamente, notando a la niña, quien Hurrem no daba gran atención, aún estaba centrada en su hijo

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Mihrimah permanecía sentada en el diván de los aposentos de su madre, los cuales habían sido estrictamente limpiados y decorados, la mujer había despertado, pero no podía moverse muy bien

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Mihrimah permanecía sentada en el diván de los aposentos de su madre, los cuales habían sido estrictamente limpiados y decorados, la mujer había despertado, pero no podía moverse muy bien. Aún que si había desayunado y bañado. Lo hizo con dificultad.

— Y..¿cómo estás?— preguntó, — Estoy bien, hija — respondió, sintió la calidez en las palabras de su madre, le dolían. Nunca había escuchado solo para ella un lindo tono de voz que no fuese cortante, — ¿Sabes quien te hizo esto?— preguntó.

Hürrem temió, estaba desprotegida y no tenía ya el mismo poder de antes, ademas de que se había enterado de el nuevo embarazo de Mahidevran que era realmente inesperado.

— No — mintió, — Lamentó mucho estos años perdidos, mamá — ella asintió, — Mihrimah, se que ha pasado mucho..tiempo, pero lo lamento. Lo lamento mucho — la respiración de Mihrimah se volvió una agitada, mientras sus ojos se cristalizaban.

— Me hiciste sufrir mucho, yo no tuve la infancia de Selim, de Bayazid o la de Cihangir. Ni siquiera la fabulosa vida de Mehmed—

— Lamentó tanto el daño que te cause — Mihrimah negó, — ahora estoy enferma, me arruinaste mi vida. Me casaste con alguien que no amaba, tuve una hija a los quince, ¡mamá!, ¡yo era una niña!— gritó, — lo sé, lo siento — respondió, — Yo era una niña..cuidando a otra niña. Nunca me dejaste ser yo, yo nunca pude ser feliz, lo único feliz fue mi hija y mi matrimonio que ahora es estable. ¡Estoy enferma mentalmente por tus injusticias!, pero claro. Si fuese Selim, o Mehmed, tú estarías velando por ellos y llorándoles, porque Cihangir, Bayazid y yo fuimos los despreciados, tú me contabas tus problemas cuando tenía cinco años, me enfrentaste a mis tías, las mujeres más crueles de este mundo. ¡no tienes idea de cuanto he sufrido!, nunca lo sabrás. Tu no eres yo, ni yo soy tu. Yo no quisiera ser una persona tan desagradable como tú— desquito todos esos momentos crueles.

— Mihrimah, yo no tengo justificación, de verdad. Pido tu perdón, lo pido con sinceridad. Yo no estaba bien — aclaró.

— ni tú ni yo estábamos bien, tú eres el claro ejemplo que nadie quiere. ¿Pero que hago con un simple perdón?, busque tu amor toda mi vida. Y l o sigo buscando en mujeres, en cualquier mujer que pase enfrente mío me confió. ¿Pero sabes por qué?, porque nunca tuve ese amor que merecía. ¿Qué culpa tenía Cihanger de que el sultán estuviese con Firuze?, ¿y Bayazid?, ¿qué culpa tenía el de que mi padre no te hubiese recibido?, ¿qué culpa tenía yo de que la princesa Isabela estuviese en sus aposentos?. Ninguno de nosotros era el culpable de tus desgracias, de tus momentos amargos, a el menos a ellos si les diste un abrazo con sinceridad, con el mínimo cariño. ¿Y yo madre?, ¿yo que?— Las lágrimas brotaban cada vez más rapido, mientras sentía su corazón hundirse y que otro ataque se acercaba.

𝐌𝐘 𝐇𝐔𝐒𝐁𝐀𝐍𝐃•ᵐᵘˢᵗᵃᶠᵃ ᵃⁿᵈ ⁿᵘʳᵍᵘˡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora