53-¿y los demas?

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los días pasaban, y la noticia de que el príncipe y su consorte no llegaba alertó a todos, y terminó por hacer que la madre de el príncipe se enterara.

Ella ordenó buscarlos, con el mismo miedo de perderlos, pero, con la conciencia oscura, ella no se despidió de el, y terminó por hacerla estallar de llanto.

dos días y dos noches le lloro, hasta que se enteró que el príncipe murió, «lo habían encontrado muerto, con algunos gusanos vagando en su cuerpo y preparándose para comerlo, cuando la sultana se enteró, rasgó su vestimenta, soltó un terrible juramento hacía su rival y juró lo que no se debía jurar»

fueron otros cuarenta días de luto, mientras el sultán parecía seguirse pudriendo en su cama, Nurgul velaba por el cuerpo de su hijo, y cuando escuchó que la esposa de este mismo tenía dos meses de embarazo, no evitó gritar, y que su mundo se viniese sobre ella.

Algunos dicen que grito, otros que lloro, pocos que se estremeció de dolor, quizá todos, quizá ninguno.

Pero lo que se asegura para ese momento, fue que los hermanos de el regente habían llegado a el palacio, causando sorpresa en todos.


















Nurgul divago por la habitación, adolorida, cuando los médicos la dejaron sola con su esposo, quien parecía estar muriendo, se sentó a su lado.

Demasiado demacrada, sin energía, sin vida, ojerosa, y sus ojos sin brillo, su cabello desordenado y diciendo incoherencias, los murmullos de que estaba loca pronto pasaban de boca en boca, de oído en oído.

— ¿Donde están nuestros hijos?— suspiro el sultán, Mustafa, — Abdullah y Mihrimah duermen— dice y lo mira fijamente, — ¿y los demás, donde esta mi niño Orhan?, mi hermana Mihrimah...— pregunto cerrando los ojos, — ellos también lo hacen, esposo— aseguró, intentando sonreírle a duras penas, — Tus hermanos están aquí...ellos querían verte y hablar contigo, te han extrañado— el suspiro.

Las puertas se abrieron, y dejaron pasar a dos adolescentes.

Nurgul no los había visto hasta ahora, pero podía jurar que ambos eran una viva imagen de su madre, suspiro antes de levantarse y cruzar ambos brazos.

— Sean bienvenidos, espero que su estadía sea cómoda— habló hostil, — ¿Estadía?, este es nuestro palacio, sultana— la miró fijamente y sin expresión la jovencita Nimet, — Lo sé, pero también se que pronto habrán roles de ambos, los cuales— hizo una pausa, miró a su esposo, — el sultán dictará— volvió a girarse hacia ellos, — con la reciente muerte de mis hijos, me alegra saber que están enterados de ello y portan el color negro como lo hacen todos los de el palacio— monótona, analizó a ambos, — me alegra que sea de su agrado, por cierto. ¿Como sigue mi hermano?— todos miraron hacia el hombre que yacía en la cama, su cuerpo a diario comenzaba a expulsar algo extraño y de olor putrefacto, pronto, la sugerencia de dejarlo morir sin dolor fue propuesta para Nurgul, quien se negó con rapidez.

Nimet se acercó, lentamente.

— Sería más agradable si quedáramos los tres solos, solo la verdadera familia— la miró lentamente, Nurgul no dijo nada,entendió el comentario y sin deseos de pelear, se retiró lentamente.

Cuando solo los tres hermanos quedaron solos, por fin hablaron con libertad.

— ¿Tu crees que?— cuestionó Nimet, Halil tomó el vaso de oro que se encontraba en la mesa pequeña a el lado de la cama, olió el contenido y lo examinó, — No parece veneno ni nada igual— se giró hacia su hermana y depositó el vaso nuevamente en la mesa, — ¿Deberíamos llamar a nuestros médicos de confianza?— entrelazó sus dedos, sentándose a el borde la cama y mirando a su hermano estupefacta.

— No creo que sea lo mejor — murmuro, casi con un hilo de voz, — Deberíamos tener más cuidado, ya sabes, dicen que está loca — acercó un poco más su cabeza hacia la persona con la que incluso compartió nodriza, — debe de estarlo, incluso yo lo estaría, solo falta ella de morir, pero sonó muy coherente al momento de hablar con nosotros— razonó, el asintió, dándole su completo favor.

Lo ojos de Nimet se giraron hacia su hermano mayor, y el sultán, Mustafa. — Hermano, ¿te duele algo?— se acercó lentamente a el, para que pudiese escucharla. — ¡Oh!, ¡dulce Mihrimah!, sol de la luna, luna de el sol — negó, — Nimet, hermano, soy Nimet— recalcó su nombre con orgullo, el asintió.

— Halil y yo, hemos venido a pedirte un favor, hermano, te necesitamos— el suspiro, — necesitamos..— tomó fuerzas, — necesito que me comprometas con alguien hermano, con cualquier persona poderosa en tu consejo

Cerró los ojos con fuerza.

— Eres una sultana, eres mi hermana, tu palabra es indiscutible — justificó

— No soy Mihrimah sultán, soy Nimet, a la que no reconocen como nadie, pelea por este derecho mío, hermano— cada vez tomaba más coraje para hablar, cada palabra transmitía el sentimiento, Halil suspiro y se sentó, observando sin decir nada, ¿qué podría decir?.

— Yo sé que mañana será con el señor sin importancia, Mehmed pasha, ¡por Allah, haz algo!, tú mujer no puede tener más poder que tú, ¡no puede sentarse en el trono y dar órdenes por arriba de el visir!— carraspeo, sollozo un poco.

Las puertas se abrieron, ambos se giraron hacia ellas, sin moverse, sus ojos los guiaron hacia la figura femenina que vieron minutos antes.

Essiz Nurgül sultán.

— Pero lo hago, nadie me quitará ese derecho

𝐌𝐘 𝐇𝐔𝐒𝐁𝐀𝐍𝐃•ᵐᵘˢᵗᵃᶠᵃ ᵃⁿᵈ ⁿᵘʳᵍᵘˡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora