0.5

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Anteriormente.

—Podemos empezar con algo fácil. —moví mi banco para quedar aún más cerca de su presencia. Eso pareció darle valor para reacomodarse y quedar frente a frente —Me encanta tú cabello.

Noté cono ladeó la cabeza, mientras arrugaba su entrecejo. No tenía ni una remota idea de lo que le estaba diciendo.
Eso podría hacerme ventaja...

° × °

Venus.

Solté algunas risas debido a su confusión. Parece ser que eso lo alertó de cierta forma, pues acercó sus labios a mi oído para poder susurrar algo que solo me causó más risa.

—No fue nada indebido, ¿O si? —me volteó a mirar. Por un momento sentí que me estaba observando enterita, deteniendo sus ojos en mi nariz, labios, mejillas, pecho, cejas, piernas... Probablemente solo sea yo entrando a mi peor fase de esquizofrenia.

—Solamente dije que me gustan tus rastas—aclaré, haciendo que Tom se alejara de mí unos cuantos centímetros.

Un trago de tequila para la bella chica mexicana, llegó el barman, dejó un pequeño vaso de bebida transparente frente a mí, venía con un plato incluido donde también se encontraba una rodaja de un limón. El vaso estaba escarchado en sal. —y un mezcal para él chico.

Frente al de rastas dejó igualmente un plato con un pequeño vaso de líquido amarillento dentro. También traía rodajas de limón, y un diminuto envase con trajín –básicamente polvo rojo un poco picante y dulce–

Pero a decir por la mueca de asco que traía en su rostro, me pude percatar que se había dado cuenta de algo más específico. No pude evitar sonreír, sabía perfectísimo de qué se trataba.

—¿Sucede algo? —cuestioné. Tom volteó a verme, luego al vaso, me miró de nuevo, para luego dirigir sus ojos al barman.

—Hay un bicho raro en mi bebida. —señaló. Lo siento pero era la escena más graciosa que he visto jamás.

—Okay, okay, cálmate. —le dije al notar que simplemente parecía estar a nada de wakarearse encima. —Es un truco de marketing que nació, más o menos, en los años cuarenta. Se utiliza para diferenciar al mezcal del tequila. Aunque, de hecho, el gusano cambia el sabor del agave, estos bichos algunas veces crecen en las pencas después de cosecharlas. Puedes comértelo o no, tú decides.

—Prefiero qué no, pero gracias por la información recibida, me aseguraré de no olvidarla jamás. —me mostró una sonrisa, una que no pude evitar guardar en mi subconsciente.
Se la devolví.

La música cambió drásticamente, pasamos de Prince Royce a Romeo Santos, la típica canción de Propuesta Indecente.

¡Y yo amo esa canción!

¿Sería mucho si le pido a un desconocido que baile conmigo esta canción?

Oh, espera..

¿Sería mucho si le pido a Tom que bailara conmigo? Probablemente sí. Mejor no le digo nada, ¿o debería?

No, bueno sí, ¿y si piensa que soy muy confianzuda? Pero tampoco me quiero quedar aquí sentada sin bailar este temazo irresistible.

Parece que él nota mi indecisión, porque carraspea sutilmente, se levanta de su asiento mientras me extiende una de sus manos. Lo miró, miró su mano, miró la pista de baile, vuelvo a mirarlo a él.

—¿Bailamos? —ofreció. Pasó su lengua por sus labios, mientras que una sonrisa de lado se incorporaba en su rostro —Puede que ambos hayamos nacido para bailar esto juntos.

𝐒𝐄𝐗 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐆𝐈𝐑𝐋𝐒  -ᴛᴏᴍ ᴋᴀᴜʟɪᴛᴢ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora