36.

2.8K 210 81
                                    

Anteriormente.

¿Cómo se empieza una buena conversación sin que diga una estupidez cómo "¿Nunca te has preguntado con que sueñan los ciegos?"?

° × °

Venus.

El auto se detuvo, y junto con eso, mi respiración también. Me seguía rascando la muñeca izquierda con mucha ansiedad e insistencia por la tela de los guantes. Creo de toda fé que me está haciendo reacción.

Adrian estaba sentado frente a mí, acomodado su corbata cada cinco segundos, lo que me ponía aún más nerviosa.

—Hemos llegado —avisó Mark bajando la ventanilla de separación entre los asientos delanteros y los traseros. Había notado que ninguno de nosotros había movido un músculo.

—¡Sí, ya lo sabemos, Mark! —grité exaltada. Noté cómo él se encogía de hombros en su lugar y apretaba un poco el volante con sus manos.

—Bien, bien, lo siento —se disculpó.

Adrian soltó el aire retenido en sus pulmones y abrió la puerta del coche, bajando primero. Yo me quedé unos cuántos segundos sentada, hasta qué por fin estuve lista. Mi manager estaba reteniendo la puerta del auto, y cuando me vio en la entrada del vehículo, extendió su mano, incitando a qué tomara esta, por lo que eso fue lo que hice; para finalmente salir de la camioneta.
El Sol pegó en mi morena piel, haciendo qué entrecerrara los ojos por la luminosidad.

El restaurante era bellísimo. Lugar con poca luz, mesas circulares con manteles blancos y servilletas negras. Sillas acolchonadas obscuras, copas de vidrio y había una enorme pesera que lograba ver desde el lugar dónde estaba parada, que era la entrada.
Mark se había retirado con la camioneta a quien sabe dónde, solamente se fue, Adrian le dijo que le iba a marcar cuando necesitara que pasara por nosotros. También ví que susurraron un par de cosas con discreción, pero no le di mucha importancia.

Entré al fino local, teniendo en mi mente un solo pensamiento, y era... “Si tan solo piso mal, va a valer madres mi tobillo”, porque con estos tacones que llevo puestos, me estoy muriendo de miedo. Pero toda va absolutamente bien, incluso ya percibí a mucha gente mirándome.

—Oh, ahí están.

Adrian señaló a dos personas que estaban sentadas, por lo que fijé mi vista en ellas.
Una mujer con vestido blanco, mangas hasta los codos y cuello redondo, ceñido al cuerpo. Tenía unos tacones negros de punta puntiaguda. Y un collar de diamantes muy llamativo. A su lado estaba Jèrôme Fournier –añádanle el tono elegante por mí–, vestido con un traje básico negro. Ya saben cómo son la mayoria de los hombres, con poca creatividad para la ropa.

—¡Adrian Marshall! —exclamó la mujer con un sonrisa deslumbrante y blanca. Se levantó de su asiento para poder acercarse a nosotros con pasos marcados, moviendo sus caderas y alzando los brazos, abrazando a Adrian también.

—Annik Vidal —dijo Adrian con tono más severo, lo que supongo es el nombre de la mujer castaña.

—Y la bellísima Venus Morales —se separó de mi manager y se acercó a mí, examinándome un poco.

—Un placer —sonreí.

—El placer es todo mío, amor. — me extendió su mano y la estreché de inmediato; mirando de reojo cómo Jèrôme bebió de su bebida con hielos y se levantó de su lugar, acomodando su traje.

El chico llegó a nosotros, sonriéndome, a lo que yo se la devolví, más por obligación que por otra cosa.

—Que gusto volver a verte, Vee —habló. Noté cómo Annik lo vió con un sonrisa, tal vez sintiéndose satisfecha por el comportamiento del chico modelo.

𝐒𝐄𝐗 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐆𝐈𝐑𝐋𝐒  -ᴛᴏᴍ ᴋᴀᴜʟɪᴛᴢ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora