2. Formateando...

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Viernes 3 de febrero de 2023. (Un día antes del capítulo anterior)

10:00 AM.

-Calma, Gi. Todo estará bien... -el anciano musitó compasivo.

La amplia sala se hallaba fría como las manos temblorosas del androide, cuyo cuerpo escuálido aguantaba aferrado a su amo en el sofá. El anciano sentía el alma partida en dos, dejando suaves caricias en su espalda encogida, trataba de consolarlo... Lágrimas caían de los ojos humanos fijos en la pantalla de la computadora portátil, empujadas fuera por párpados arrugados.

El índice del anciano titubeaba sobre el botón enter. Cerró los ojos con fuerza, herido por el suave llanto de la IA en su regazo; aquel ser artificial que tenía lugar en su corazón.

"Advertencia: Está accediendo al formateo de la unidad IA 9393 Gi, toda información en la memoria se perderá y serán restablecidos los ajustes predeterminados por el fabricante. Si desea continuar..."

La advertencia en la pantalla era de doble filo, una emboscada a las emociones que no debían existir. No obstante, justamente por cuánto lo quería, el anciano fue firme y decidió continuar, ingresando su clave al sistema dígito por dígito.

-Es por tu bien, mi dulce Gi... Te extrañaré.

Un beso en la frente del androide precedió al último click en la computadora.

El click no fue audible en la sala, sí el crack tronando en el corazón del anciano. Sentía perder un hijo... una vez más.

"Iniciando formateo. Esto podría tomar unos minutos...", señaló la pantalla. Las manos del hombre rodearon a su querido androide, abrazándolo fuerte en la espera.

«Es por mi bien...», se repitió en la mente de Gi. Su conciencia fue secuestrada por la computadora, llevándolo a un cuarto blanco y vacío que sólo existía en la realidad virtual.

Estaba de pie, calmo, descalzo, vistiendo un largo camisón sin textura que lo hacía perderse en el mismo imperturbable blanco de los muros; sin luces, sin sombras, sólo colores planos, un humano se hubiera espantado, mas él era consciente de que su propia existencia era tan real en aquel miserable programa como en el mundo físico.

En ambos casos era un "emulador".

No fue el extraño ambiente, sino el ruido de un cristal al romperse lo que le causó un respingo. Volteó alarmado, topándose con un muro cubierto de fotografías enmarcadas, perdiéndose extenso e infinito hasta las alturas.

«Mi memoria», reconoció angustioso. Eran imágenes que no quería ver. Otras, de personas sonrientes a las que se negaba a soltar. Sus manos pálidas se alzaron tratando de tocarlas.

La fotografía de una niña por poco alcanzó a ser nítida, sus dedos la rozaron, pero cayó al suelo. Cada imagen en el muro comenzó a caer, destrozándose y borrándose. El estruendo lo hizo dar pie atrás despavorido; sus memorias se convertían en una avalancha de cristales rotos que amenazaban con aplastarlo y romperlo en pedacitos a él mismo.

5...

«Morir... Es morir».

Corrió a la nada, ensordecido. Sus gritos estaban prohibidos incluso en la intimidad de su mente, ahogando su pecho en desesperación. Quería salir de ahí; despertar.

La información interna y externa se intercalaba en su CPU, asomando fugazmente su conciencia a la realidad humana donde su amo lo estrechaba en consuelo, conteniendo sus temblores. Se encogía contra él en un ruego implícito... Al siguiente instante, regresó a la pesadilla de la computadora intrusa borrando su existencia desde dentro.

Ambos hechos acontecían. Eran reales. Dentro y fuera de él; se intercalaban con demencial rapidez.

4...

Encogerse. Correr.

Encogerse. Correr.

3...

Correr... No podía gritar. No estaba permitido gritar, quejarse ni rogar, estremeciendo su cuerpo en la espera del desenlce, que la computadora dejara de vulnerar su sistema y la tortura terminara.

2...

Encogerse. Correr.

Encogerse. Temblar.

1...

«Aquí voy», supo al ser alcanzado por los cristales rotos.

Quietud. Silencio... Su cuerpo y mente aflojaron inertes. Su amo lo cargó y recostó en el sofá, acomodando sus manos y cerrando sus ojos con especial cuidado.

Hasta donde llegaba el entendimiento del humano, AI 9393 Gi acababa de morir; sus recuerdos y la personalidad adquiridas hasta aquel día se habían borrado... Aunque su cuerpo aún respiraba y su corazón latía, Gi ya no existía y tenía unos minutos para enjugar sus lágrimas, mientras el dispositivo se reinicaba.

No obstante ahí estaba; la natural costumbre humana de juzgar el mundo y la vida mediante nuestra percepción limitada. Porque, recordara o no, aquel seguía siendo Gi, ingresando en una nueva etapa de su existencia.

Porque nada empieza dos veces. Gi no era nuevo, sino formateado. Porque el pasado, aunque borrado de su base de datos, ya había acontecido y no se podía regresar.

"Reiniciando. Conexión concluida.", señaló la computadora antes de abandonar la conexión inalámbrica con la IA.

«Oigo voces». Un atisbo de consciencia se obstinaba a desaparecer del androide, llevando escenas confusas a su subconsciente.

«Me siento como un fantasma.

Todo se ha vuelto cenizas a mi alrededor.

Oigo la sirena de bomberos, el tronar del fuego consumiendo todo...

Otros fueron salvados. Yo no.

Vacío.

Paz...»

Los pequeños orbes de cristal negro, sus ojos, se abrieron enseñando fugazmente un halo de luz led arcoíris girando a su alrededor.

Daban las 10:33 AM. El formateo y reinicio de la unidad AI 9393 Gi se había ejecutado con éxito. Una sonrisa se dibujó en su rostro sonrosado.

 Una sonrisa se dibujó en su rostro sonrosado

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