48. Somos Tres. Sólo Tres.

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Lo que desde el inicio sospechaban ¡Lo que todos querían! Se cumplió; Gi rompió el sistema y dio una paliza al equipo rival. Él podía, claro que podía, porque el mundo digital era suyo y los torpes humanos, que apenas divisaban su superficie, no tenían oportunidad de dominarlo en su campo de juegos.

Su tenno, el robot de cubierta dorada y ojos de rubí, llevaba fuego por dentro y Gi logró sacarlo. Era, de pronto, un pirómano; "Arson" fue apodado por el placer que demostraba al incendiar todo, reiniciando sectores completos del mapa una y otra vez. ¿Estaba bien? ¿Estaba mal? Sus pesadillas sobre un incendio podían tener o no algo que ver, sólo algo estaba claro.

—¡Me encanta! —el humor del androide estallaba de gozo al envolverse en llamas rojas y chispas doradas—. Es hermoso y no quema —aclaró tomando la mano de Jacob, quien a su lado, aún dudaba temiendo que fuera masoquista—. Es como... Magia. Porque es un juego ¡No pasa nada! Todo reaparece, es... ¡Ah! —extasiado por causar un nuevo estallido, se quedó sin palabras—. Es energía pura, dejar de tener miedo.

—Se llama "adrenalina" —agregó León, quien entendía su emoción—. Los humanos también la amamos.

—Algunos —aclaró Jacob con expresión "nada sutilmente" asqueada. Él era de esos que prefería evadir las emociones fuertes, Tom lo sabía y se largó a reír a carcajadas—. Yo estoy bien en este juego sanando gente y mientras me cuiden.

—¡La misión fue un éxito! —celebró Thomas estirándose con los brazos en alto— Gi perdió el miedo.

—Yo sugiero que llames a tu avatar "Arson911CI" —agregó Jhon con elocuencia—. Dicen que los bomberos aman el fuego, no dudo que las unidades 911CI también.

Gi asintió, ingresó a su perfil y cambió el nombre de su personaje como Jhon sugirió. "BeanEyes", su anterior nombre, estaba bien para él, pero el nuevo lo hacía sentir especialmente valiente y orgulloso, pues leerlo le recordaba que jamás debió sentir miedo por aquello que, sabía de antemano, le sería fácil dominar.

La mayoría de sus amigos tenía que retirarse, se levantaron para guardar sus cosas. Mientras, aunque de pie y llevando platos y vasos a la cocina, él seguía conectado a la partida.

Necesitaba despedirse y agradecer a CyanCat. Entre los pétalos de una inmensa flor de loto que parecía brillar bajo el cielo oscuro, el alien de ojos felinos descansaba apacible, obsequiando una sonrisa y levantándose al verlo acercarse.

—No me lo agradezcas —pidió Val casi avergonzado, las "orejas" puntiagudas sobre su cabeza permanecían bajas—. Me alegra haber podido hacer una pequeña cosa por ti porque... Lo siento tanto, Gi —declaró derrotado, encogido y a ojos cerrados—. Lo que dijiste ayer, yo... No puedo hacer nada. Nunca pude hacer nada por ti.

El androide lo abrazó. No sabía qué decir al respecto, sabía que rebuscar en aquellos pensamientos los lastimaba a ambos. Por sobre todo, la sinceridad del alma ante él le era tan nítida que por nada del mundo quería poner culpas no correspondidas en su consciencia.

Recuperando su rol de "hermana mayor", Gi dejó un beso en la frente de su menor y le sostuvo el rostro entre las manos, mirándolo a los ojos.

—Hoy hiciste mucho por mí —sonrió. Vio la lágrima brillante que sus palabras provocaron, esta rodó por la mejilla azulada hasta caer—. Mereces que te lo agradezca... Te quiero mucho. Lo mejor que puedes hacer por mí es cuidar de ti ¿Ok?

La mano de Cyan se alzó temblorosa, indecisa, hasta decaer. Lloró. Robó el abrazo del que se había prometido no depender más pero... «¿Cómo? ¿Cómo podría yo ser más fuerte?».

AmygdalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora