Dado a su preferencia por los lugares silenciosos y escasa compañía, sumados sus pequeños ojos redondos de bordes afilados y labios abultados al centro; Gi parecía parecía un gatito ¡Y Jacob adoraba los gatitos! Lástima que estaba por conocer a uno muy huraño, que no entendía a los humanos y, confundido, los necesitaba tanto como les temía.
Como si no se sintiera ya lo suficientemente avergonzado y ridículo por haber pedido ayuda a Tom, en lo que consideraba un desesperado desliz, el androide se halló ante la sorpresiva presencia de un invitado. Uno que acababa de ser testigo de todo su berrinche.
«No puede ser ¡No tengo control de mi sistema!», hubiese querido chillar de espanto por no haberlo notado antes, a cambio se ocultó dentro de su suéter como si aquello lo hiciera sentir menos disfuncional. «¡Soy patético!», guardó también sus manos y pies al recordar que no llevaba calcetines.
Hipó con la mente en blanco ¿Qué hacía? Su procesador estaba trabado y el llanto escapaba mojando sus rodillas.
—Oh... Será mejor que venga otro día —incómodo, Jacob se rascó la nuca disputando silenciosamente con el castaño sobre quién tenía la culpa. Valiéndose de gestos y caras no llegaban a nada salvo que acababan de empeorar todo.
—¡No~! —Gi se opuso, lamentando tarde haber chillado en lugar de hablar con propiedad— N-no te vayas. Dame... un momento.
—Lamento ser inoportuno —se disculpó el visitante—, Tom dijo que no habría problema y... —cerró la boca a tiempo. Boquiabierto por su descaro, Tom lo lapidó con la mirada ¿Le estaba echando la culpa en su propia cara? Esos dos en cualquier momento llegarían a los manotazos—. Mejor te traigo agua —propuso huyendo de regreso a la cocina.
—No te molestes —pidió Gi saliendo de su escondite de un salto—, yo pued...
«¡No estés fastidiando al humano!», se encrespó, su intención era buscar agua por sí mismo pero, al parecer, la memoria RAM estaba a tope con sus problemas personales y pasó por alto que sus pies estaban dentro del suéter. Uno se enredó.
El androide, cuya razón de existir era emular la absoluta perfección al servicio de los humanos, tropezó como un idiota y se hubiese estampado de cara al suelo de no ser por Tom. Jacob se mordió los labios atajando cualquier comentario; aquella primera impresión con el que sería su nuevo compañero de departamento se estaba dando fatal.
Como gato erizado, Gi escapó de los brazos de Tom de un salto y acelerado llegó al lavaplatos. Aguardó a ojos cerrados con la mano sobre la llave, ocultando el vergonzoso amarillo de su sentir y calmando la respiración.
Podía sentir su rostro enrojecer.
«Calma, calma... Eso es», suspiró resignado. La luz amarilla se fue, llenó un vaso de agua y tomó un poco, no obstante, permaneció encogido y no quiso voltear. Jacob estaba justo tras él, «seguro arrepintiéndose de querer vivir aquí con este lunático», pensó.
—Es la primera vez que lloro ante otra persona —aseguró el androide de cara al lavaplatos, aferrado al vaso entre sus manos su voz denotaba la molestia que volcaba hacia sí mismo ¿Por qué se suponía que beber agua lo ayudaría? decaído, él se sentía igual de averiado o incluso peor que antes. Resopló abatido—. Qué verguenza... De verdad lo lamento —se armó de valor para voltear, mas no para alzar la vista. Se inclinó por respeto ante la visita—. No volverá a pasar, lo prometo.
—Está bien si sucede —Jacob habló compadecido, lamentando que el chiquillo ante él se culpara por algo que no tenía nada de malo.
Aquel fue un pésimo primer encuentro, pero le dejó en claro que Tom no exageraba al hablar de Gi como alguien extremadamente hermético y autoexigente que insistía en apilar toda culpa y responsabilidad posible sobre sí.
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Amygdala
Ficção CientíficaGi es un androide formateado. Su amo le ha ordenado desaparecer de su vida... Y ser feliz. Feliz; como una persona. Pero ¿Una IA puede ser genuinamente feliz? ¿Insistir en un imposible no es un camino directo a la infelicidad? «Imposible o no, ins...