25. Género Fluído.

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Viernes 14 de Abril de 2023

2:30 PM.

«Oh, bueno. De manga completa a media no es un gran cambio», asumió Gi mirándose en el espejo del ascensor. «Sigue siendo una fea y enorme camiseta... Y otra vez llevo sombrero para esconder mi cara, aunque está nublado».

¿Decepcionado? No quería admitir que la fugaz indiferencia de su amigo acababa de desmoronar sus expectativas. No podía culparlo, Jacob no había hecho nada malo, él se estaba quejando por detalles otra vez. «¡Una tontería!», quiso reír sin conseguir una chispa de ánimo, entrando al departamento.

Se apoyó de espaldas contra la puerta principal tras cerrarla, dándose ánimos para lidiar con la soledad unas horas.

—Seguro vuelve pronto —murmuró avanzando a la sala. Dejó su mochila en el sofá y se quitó el sombrero ante el espejo de pie. Ahí estaba "su amo", con ojos tristes y hombros encogidos, provocando un resoplido—. Basta, no estés triste por una estupidez —se ordenó a sí mismo, apuntándose—. Recuerda lo que Jacob dijo ayer; estos cambios son para complacerte a ti mismo, para que te sientas libre y satisfecho, no... No para... —el ímpetu se ahogó en vergonzoso amarillo, cayendo en cuenta de lo que realmente estuvo esperando. La razón de su desazón— No esperabas llamar su atención ¿O sí? Eso es patético ¡Sé autovalente, maldita sea! —volvió a resoplar, sintiendo su garganta estrechar, y sus ojos enrojecer. El pecho se hundía restando fuerzas a sus extremidades— Deja de colgarte de él, Gi. Te está ayudando, pero sigue siendo un humano, y tú... Tú no.

«Basta. No voy a llorar por esto», se obstinó sacudiendo la cabeza, tomando su mochila para llevarla a la habitación. Vio a Pastelito dormir, mas no quiso soplar su lomo para despertarlo, «¡Porque estoy bien! No pasa nada», insistió sentándose en la cama de Jacob para no despertar al gato.

«¿De qué me sorprendo?», rendido se dejó caer a un costado. Sin zapatos, se enroscó sobre el futón. «No sería el primer humano que me abandona».

—¡Agh! ¡No seas dramático! —Ya estaba lloriqueando. Abrazar y hundir el rostro en la almohada era un pésimo error, pues olía al humano que su CPU estaba exigiendo caprichosamente a su lado. Sin querer la empapó en lágrimas.

Aceptada su derrota, más bien su sentir, dejó de juzgar el anhelo como algo negativo. Se permitió regocijarse, llenar sus pulmones del perfume impregnado, hallando calma en esa simple almohada... Liberada la tensión en un último gimoteo mañoso, su cuerpo aflojó sonriente.

«Jacob es mi amigo. Sé que me quiere, no debo dudar por cualquier cosa, ni compararlo con... Quien sea que me ha dejado».

De vez en cuando su realidad virtual era gentil y le concedía ilusiones agradables. Sintió acurrucarse con él, ser envuelto por sus brazos y recibir su gentil caricia en la nuca. No sabía cuánto deseaba algo así, que el tacto de alguien más sobre casi todo su cuerpo no era necesariamente aterrador, al contrario, si se trataba de la persona indicada podía sentirse a salvo, cobijado por su cercanía.

—Ay, ay... —bostezó sentándose sin soltar la almohada, regresando a la realidad. Estuvo a punto de dormirse— OK. Estuve exagerando. Jacob vendrá pronto, que no vea su almohada húmeda —acomodó la misma en su lugar, esperando que se secara.

Su sonrisa plana extrañaba esa almohada. Estuvo por tomarla para olerla otra vez, cuando escuchó el "miau" de su teléfono y, emocionado, saltó boca abajo al pie de la cama para abrir su mochila.

Contando con cinco amistades, la IA personificó sus notificaciones y, obviamente, configuró el "miau" para su favorito.

"Regresaré a las 10 ¿Está bien?". Decía el miserable mensaje de Jacob que petrificó a la IA un momento.

AmygdalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora