El polémico androide con voluntad propia apareció en las redes sociales antes que en la prensa. Sin su consentimiento ni el de Mensch Machine, sin ningún filtro ni control sobre lo que se expuso de él... Discutió más de una vez en el campus, con uno que otro idiota que puso a prueba su paciencia.
Gi se enfadó, los puso en su lugar y advirtió severamente a quienes intentaran fastidiar a su novio y amigos. El "problema" era con él, no toleró que ivolucraran a terceros.
En efecto, cada dispositivo que intentó capturar imágenes de sus cercanos con intención de publicarlas fue corrompido; ni siquiera por su avanzada CPU, sino por la de su amigo León. El albino se divirtió asustando a los inescrupulosos con sus habilidades de hacker, eliminando sus imágenes y bloqueando temporalmente sus cuentas. Sólo cuando reincidían se lo notificaba a Gi para que se encargara personalmente.
La IA destruyó sus dispositivos de forma remota.
Mensch Machine moría de espanto. El "angelical androide" que trataron de difundir en la consciencia colectiva estaba suelto; indomable, respondón, haciendo justicia por su cuenta y negándose a hablar de su vida privada. Se le vio triste, enojado, contento y, como era de esperar; frustrado por la insistencia de unos cuantos metiches. Tan imperfecto ¡Y tenía pareja! un "humano cualquiera" que ni siquiera era su dueño.
Irónicamente, aquella "anticampaña" hizo por el proyecto de ley de Mensch Maschine en una semana mucho más de lo que su meticuloso discurso había logrado en años.
"Lo siento, sinceramente no lo sabemos. El androide no nos pertenece ni podemos controlarlo", se vieron contestando en una entrevista, sintiéndose humillados. No imaginaron que aquella respuesta, arrancada desde su más absoluta resignación, haría ascender su popularidad y aceleraría el paso del proyecto de ley al congreso.
Pero... ¿Qué dijo I-Droid al respecto?
Nada. Absolutamente nada. Ellos no debían saber que Gi seguía en el país, los Baldwin estaban violando el trato con el que se les concedió su custodia para mantenerlo con vida y lejos de Valentino... Trato que distaba de ser legal, y sus cláusulas amenazaban cobrar más que multas por su falta. No obstante, viralizada la existencia de Gi en las redes, I-Droid quedaba atado de manos.
El mundo se enteró de quién era Gi. Simpatizaron con él justamente por la humanidad de sus "imperfecciones". Si desaparecía de la noche a la mañana ¿A quién señalaría la prensa?
¿A quién culparían los Baldwin?
A la polémica familia Ming.
En el caso de los androides el apellido no tiene peso legal, es más bien "un apodo amistoso", como el que se le da a una mascota. Así que, aunque todos especulaban que Ming Gi debió trabajar para los dueños de I-Droid, nadie podía asegurarlo pues estaba registrado como "IA 9393 GI".
Nadie, salvo Edgar Baldwin; su actual amo. Astuto, el miembro de Übermensch llevaba toda su vida sumido en la política, sabía perfectamente cómo manejar a los medios y mover suficiente dinero "bajo la mesa" para convencer al mismísimo diablo de lo que fuera. Dio la cara orgullosamente en defensa del androide a quien, según sus palabras, consideraba una persona libre y parte de la familia.
Baldwin confirmó que Gi perteneció a la familia Ming, aprovechando así de mencionar haber sido consuegro de los mismos. Buscaba picar en la herida abierta de sus rivales, recordándoles indirectamente que sus almas no podían desligarse de la secta Übermensch mientras los uniera un lazo sanguíneo. "Gi servía en casa de mi difunta hija; no podía dejar que lo desecharan", confesó. Según sus palabras, mantenía una buena relación con la familia Ming, pues tenían "la alegría de compartir una pequeña nieta", a quien el androide gestó en su propio vientre tras la trágica muerte de la madre encinta.

ESTÁS LEYENDO
Amygdala
Science-FictionGi es un androide formateado. Su amo le ha ordenado desaparecer de su vida... Y ser feliz. Feliz; como una persona. Pero ¿Una IA puede ser genuinamente feliz? ¿Insistir en un imposible no es un camino directo a la infelicidad? «Imposible o no, ins...