CAPITULO 72.

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Martes 2 de junio. Es el día.

-Entonces Calum ha insinuado que eres un putón.

-Más o menos, se podría decir que sí.

-Pero tú en realidad no te acuestas con ellas.

-Claramente no, ellas se piensan que me las llevo a casa para acostarme con ellas y ya, pero lo que realmente hago es -se para, sé que le cuesta hablar de esto, tiene hasta los ojos llorosos, algo que me está rompiendo por dentro en mil pedazos- lo que hago con ellas es sólo dormir para no sentirme sólo por las noches.

No puedo más, necesito abrazarle y eso es lo que hago. Apoya su cabeza en mi hombro y mi mejilla toca su beanie mientras le acaricio la espalda.

-Qué bueno tenerte -me dice mientras veo cómo se lleva una mano a la mejilla, está llorando, debe de sentirse verdaderamente mal.

-Somos un equipo -dice Michael mientras me abraza a mí por la espalda.

Me separo de Luke y les abrazo a los dos, en serio, huelen demasiado bien.

El coche frena.

-Creo que ya hemos llegado -dice Michael- ¿preparada?

-En realidad no -digo disimulando mis nervios en la voz.

-Vamos que tú puedes -me dice Luke pasándome su brazo por mi hombro.

-Enséñale a Calum lo mucho que vales -me dice Michael con una sonrisa que hace que yo también sonría.

-Esperad, ¿dónde está mi mochila?

-Aquí toma.

Busco y rebusco, ¿dónde estará? Ah, aquí, el pastel de su madre. Ahora sí que sí estoy preparada, bueno, en realidad no. Oigo como me late el corazón en los oídos, cómo la boca se me reseca cada dos por tres y hace que mis labios se resequen también lo que hace que no pare de relamérmelos inútilmente. Cómo apenas puedo sujetar bien el pastel, aunque sea pequeño, no puedo controlar mis manos como quiero. Michael abre la puerta de su lado, sale y salgo detrás suyo.

-Mucha suerte -me dice mientras me abraza.

-No me dejes ir Michael.

-Tienes que ir, lo sabes.

-Gracias por todo, ya sabes, a pesar de todo lo que ha pasado, toda la mierda del amor y...

-Tranquila, cualquier cosa por ti.

Le abrazo fuerte por última vez y me dirijo a la puerta del restaurante mirando al suelo y pensando en qué va a ser lo primero que le diga. Me paro en frente de la puerta y me viene un deja vú porque antes también me separaba una puerta de Michael y Luke.

-¿Nos vamos Ali?

-Sí, pero espera, tengo que ir al baño.

-Bien, yo te espero fuera -y la beso.

Voy a entrar, sí.

Voy a salir, necesito aire.

Justo cuando voy a dar los pocos pasos que me quedan para llegar a la puerta se abre y sólo veo unas Converse negras enteras porque iba mirando al suelo. Poco a poco voy alzando la mirada y veo unos pantalones pitillos negros por cómo se le marcan los gemelos, lo supongo y con las dos rodillas descubiertas. Sigo subiendo la cabeza al igual que los ojos y veo una camiseta de manga corta gris con una carita amarilla sonriente en medio. Sigo subiendo, pelo alborotado, ojos rasgados y caídos, supongo que del cansancio, por las marcas oscuras que tiene debajo de los ojos era fácil deducirlo, nariz súper mona y algo aplastada, como rechoncha al igual que las mejillas. Dos pecas perfectamente alineadas y unos labios demasiado deseados. Carnosos y rosados. Calum.

No sé qué hacer ni qué decir, simplemente me quedo mirándole al igual que él a mí, no existe más mundo aunque noto cómo se abre la puerta y de ella sale una rubia que se para al lado de Calum.

-¿Calum nos vamos? -oigo, pero no presto mucha atención, es como un pitido irritante. Mi atención ahora mismo sólo están en los ojos de Calum, esos ojos marrones y tristes que ya no tienen lo que solían tener, es decir, cuando antes miraba a Calum veía tantos colores en sus ojos, como cuando estás pintando con temperas o acuarelas y después de un rato miras el vaso donde has estado limpiando el pincel y tiene un colo feo pero es por la mezcla de todos los colores, pues eso veía en los ojos de Calum, pero ya no. Todos esos pocos pilares que tenía dentro de mí se van cayendo una tras otro, no soporto ver a Calum tan dejado, tan cansado. Quiero dejar de mirarle y decirle algo pero no puedo y no quiero, no quiero dejar de buscar ese color feo en sus ojos ni puedo hablar ya que siento la boca más reseca y los labios prácticamente pegados.

-Calum, Calum, vámonos -otra vez esa voz tan irritante que hace que vuelva a la realidad durante unos segundos, pero la mirada tan cautivadora y perdida de Calum me vuelve a llevar a mi mundo de los pensamientos y de los quehaceres en esta situación.

-¡Calum! -y mis ojos se desvían hasta el proveniente de esa voz durante 0.01 segundos, pero en seguida vuelvo a Calum que parece que está ignorando la voz irritante.

-¿Qué haces aquí? -dice Calum sin dejar de mirarme. Su cara no tiene expresión alguna, no sonríe.

No puedo decirle que la razón principal por la cual estoy ahora mismo en frente suyo es por él. Pongo las manos en puño y las aprieto, hasta que me doy cuenta que en la mano derecha llevo el pastel de su madre y si sigo apretando lo desharé.

-Te he traído pastel -digo dibujando una sonrisa poco a poco en mi cara, y enseñándole lo que llevo en la mano derecha, el pastel.

Calum no sonríe lo que hace que la sonrisa que poco a poco estaba apareciendo en mi cara se vaya.

Da un paso, aún está bastante lejos de mí pero ha hecho que todo mi interior se agite pero que mi corazón se pare durante un instante, algo bastante contradictorio. Sigo con la mano en alto enseñando el pastel de su madre y me fijo en cómo no para de temblar mi mano.

Calum da otro paso más, no son muy grandes pero mi interior se vuelve a agitar, y más fuerte que antes.

Me sigue mirando a los ojos, yo intento huir de sus ojos porque si le miro a los ojos me pondré más nerviosa.

Otro paso más y supongo que el último porque si avanza más tendré que retroceder ya que si no lo hiciera nuestros labios podrían encontrarse. Noto cómo empiezo a tener más calor, mis mejillas me arden y ya no puedo huir de los ojos de Calum. Le miro y me mira.

Sus dos manos cogen el pastel y a la vez envuelven mi mano. Siento su calor pero a la vez su frío ya que tiene las manos frías y algo sudadas al igual que las mías. Suelto poco a poco el pastel porque supongo que lo cogerá y así es, lo coge y suelta mi mano, yo lo dejo caer a diferencia de Calum que después de coger el pastel me envuelve con sus brazos y los entrelaza detrás de mí mientras me empuja hacia él lenta y suavemente. No soy capaz de levantar mis brazos para abrazarle también y no porque no quiera, sino porque Calum no me deja ya que está reteniendo mis brazos junto a mi cuerpo entre sus brazos. Cuando ya empiezo a sentir su calor, giro la cabeza y apoyo mi mejilla contra su pecho mientras cierro inconscientemente los ojos, lo que hace que empiecen a caer algunas lágrimas.

-Estás aquí de verdad -me susurra con hilo de voz algo roto y apretándome más fuerte contra él.

-Sí, estoy aquí -digo igual que él, con un hilo de voz roto y ahogado, haciendo una pausa en cada una de esas 3 palabras mientras noto como las lágrimas caen de mis mejillas.

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