CAPITULO 3.

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Es sábado. El día de ayer me resultó un tanto raro. Después de todo volvimos a casa sin decir palabra, y él me cogía de la mano, creo que temía que me fuera o algo parecido. No hemos hablado de ello pero me acerco a la ventana con la esperanza de que él este al otro lado. Y así es, está allí, sentado, con la guitarra en la mano tocando varios acordes. Cuando me ve asomarme sonríe como siempre. Me mira. Le miro. Nadie dice nada. Hasta que digo:

-¿Es cierto que te vas?

-Sí.

-¿Por qué no me lo dijiste?

-No lo ví necesario. No quiero despedirme de ti, sé que te voy a volver a ver.

-Pues era necesario, me lo tuviste que decir.

-Ahora lo sé.

-Me he pasado días pensando que no te importaba.

-Lo siento. No me gustaba el hecho de no verte cada día.

-Ala Calum, eres un moñas.

-Lo sé.

Una leve sonrisa. No es mucho pero es todo. Supongo que se irá dentro de poco. Y me tendré que ir acostumbrando a la idea de tenerle lejos.

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