CAPITULO 21.

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No sé si debería contárselo, es decir, ¿qué pensará de mí después? Está mirandándome, y yo a él. Tengo la boca abierta, como para querer empezar a contárselo, pero las palabras no me salen. Cierro los ojos y respiro.

-Mi mejor amigo.

-¿Por el que no me dejaste sentarme en el sitio que está al lado tuyo?

(Opcional leerlo)

-Sí, se llama Calum. Somos mejores amigos por así decirlo. Le conozco desde los 6 años, es decir, casi 10 años de relación. Hace casi dos semanas se fue, a perseguir una oportunidad única. A Estados Unidos, lo sé, lejos. Los últimos días antes de que se fuera unos sentimientos irreales florecieron de mí, y digo irreales porque no eran verdad. Eran una farsa.

Necesito pararme. Estas cosas siempre las había pensado en silencio, y contarlos en alto duele. Recordar esto duele. Siempre me ha gustado sufrir en silencio, sola, en la penumbra y hablar de esto cuesta. Respiro.

-La líe. Antes de que se fuera le besé, me gustó, pero no fue verdad. Me gustó porque era el primero, qué quieres que diga, claro que me gustó fue fascinante, sensacional, y el hecho de que el beso fuera con Calum, no me importó, no sentí. Le besé, y luego se fue. Me estuvo llamando día sí y día también. Pensaba que lo quería como más que un amigo, pero lo que verdaderamente quería es que no me olvidara, lo que verdaderamente quería es la forma en la cual él me quería a mí, lo que verdaderamente quería es saber que alguien me podía querer, saber que le gusto a alguien y eso me forzó a quererle, pero en el amor no se fuerza, en el amor hay que enamorarse poco a poco, como cuando te duermes lentamente al final te duermes, pero hay un proceso lento y bonito el cual se te reproduce el día entero y recuerdos bonitos. He sido muy hija de puta, lo sé, llevo cinco días sin escucharle, dos semanas sin verle, sin sentirle. Estoy llegando a un punto de dolor que no sabía que existía, estoy llegando a un punto que no me acuerdo de lo que es ser feliz, estoy llegando a un punto el cual ya no sé disimular esto. Ya no sé cómo sobrellevarlo.

Paro. Otra vez. Necesito respirar. Respirar hondo y contar hasta diez para no llorar. Cierro los ojos. Uno... Dos... Tres... Cuatro... Cinco... Seis... Siete... Respiro. Ocho... Nueve... Diez.

-Estoy llegando a un punto en el que si me disparan no me duele o me dolería menos que perder a Calum. Es alguien que necesito en mi vida, 10 años no se pueden enviar a la mierda por la mierda esta del amor. Es un buen chico, ¿por qué no puedo quererle como él me quiere a mí?

Eithan me mira. No espero una respuesta, pero...

-Porque te fuerzas a quererle. ¿Por qué no intentas pararte? No forzarte. Esperar a ver qué te deparará el tiempo, que os deparará a tí y a Calum. Inténtalo. Dejar que los sentimientos florezcan por sí solos. O que decaigan. Sólo el tiempo lo dirá.

-Le necesito Eithan, sabes lo que es despertarte con ganas de vivir el mundo, que la primera persona que ves al empezar el día sea la persona que más te quiere. Dormirte entre los brazos de la persona que te quiere, de la persona que sabes que siempre va a estar a tu lado pese a todo. La persona que ha sufrido por tí como nadie, y tú a cambio añades más dolor. Sabes lo que era que te abrazara por la espalda en los pasillos para que otros chicos no se fijaran en tí, lo que era que te diera besos en la mejilla para que otros chicos me prestaran aún menos atención, el volver a casa oliendo a él y que tú a cambio le hagas daño, añadir más dolor del que tiene por no tenerte, por no saber querer, por no quererle como querrías. ¿Sabes tú lo miserable que me siento? Hacerle daño a una persona que hace tanto por tí. Que dejaría todo por verte. Le necesito Eithan, no sabes tú cómo necesito a Calum en mi vida. Me siento tan mal, ¿cómo he podido hacerle tanto daño a alguien que es tanto para mí? La vida no es ni blanco ni negro, ni de un color u otro, simplemente es vida, y una vida sin Calum, es una vida que no quiero.

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