El canto del crepúsculo

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Bajo el árbol guaymuche, sentado en calma, escribo versos mientras la noche se encarama. Las estrellas bailan al compás de Valendil, despertando anhelos fugaces en mí.

Como pluma me alzo, surcando distancias, como flecha persigo su fragancia. Ante su belleza eterna, me rindo, deja mis ojos como frágiles ramas en reposo.

Su rostro no tiene edad, su mirada serena, refleja la eternidad y memorias en vena. Sus palabras, bello encanto sin par, eco de su voz en aguas de cristal.

Oh bella dama, ¿molesto al decirte, que tus cabellos dorados atrapan estrellas en su red? Tu vestir, pétalos carmesíes ceñidos, anhelo de perfecciones vívidas en mí.

Parto sin ver tus ojos de otoño, que iluminan como claridad en el retoño. Una poesía susurra dedicación, danza en mares sabios en un día de canción.

Me iré, con la brisa del mar como compañera, dejando mis líneas en tus oídos, sincera. Por un breve instante, vislumbro tu alma tenue, floreciendo como árboles en primavera, serena.

Venerable como estrellas que opacan la niebla del mundo, inundas lo profundo con toda tu sonrisa. En mi poema, guardo la belleza de tu ser, un canto de admiración, un suspiro al amanecer así es la gloria y la belleza de Valendil.

~A.M.A.C 

El Encanto de las MariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora