Junio. Año 2005.
Los años pasaron, no fue fácil. Claro que el dinero que heredé de mi abuela me ayudó a cubrir muchos de los gastos que tuve que cubrir cuando estudiaba, pero también conseguí un trabajo de medio tiempo como cajera. Créeme, el trabajo al servicio al cliente es horriblemente pagado y muy exigente. Tener que aguantar gente de todo tipo y no poder contestarles, aguantando con una sonrisa, es de las experiencias más agobiantes que existen. No quise decirle a nadie conocido que tenía un trabajo así, ni siquiera Jenny.
Con ella me reuní cada verano cuando regresaba a Los Ángeles, ella era la única razón por la que volvía a esa horrible ciudad.
Mi tiempo con ella me quitaba el estrés de estudiar medicina, trabajar y vivir sola. Vivía cada día de mi vida al límite, casi y podía comer bien. Pero todo el dolor me lo guardé para mí misma, sin decir una sola palabra.
Como hoy, estamos comprando unas cosas para nuestro primer viaje en la playa.
—¿Qué te parece? —Le muestro un traje de baño de color verde—. ¿Me veré bien con esto?
Jenny se avergüenza muy rápido y eso me gusta.
—¿P-Por qué... m-me preguntas... esas... cosas? —Está roja de la cara—. Usa lo que quieras.
—¿Te busco uno a ti? Siento que un bikini de dos piezas te quedaría bien.
—¡No! Yo usaré una playera normal y unos shorts.
—Vamos, Jenny. —Le tomo de los brazos. —Aprovecha tu hermoso cuerpo, tal vez puedas encontrar a tu amor de verano. —Guiño el ojo.
Jenny no deja de estar muy sonrojada. Qué tierna. Sin embargo, pronto su padre se acerca a nosotros.
—Nora, Jennifer, suban al auto —habla muy serio, de las pocas veces que lo veo así.
—¿Qué ocurre, Papá? —pregunta Jenny.
—Nora... tu madre...
Sin dudar, me voy al automóvil con ellos. Vamos al hospital donde está internada. Cuando llegamos, me dicen que está en la cama y está terriblemente mal. Solo yo puedo entrar a verla, Jennifer y su padre me dicen que me esperaran afuera. Cuando entro, veo a mi madre conectada a una intravenosa y una máquina que indica su ritmo cardiaco.
Sé que ella fue cruel conmigo, sé que ella nunca me amó, pero... siento algo de lástima por ella viéndola así.
—Mamá, ¿Me oyes? —pregunto mientras me acerco.
Ella a penas y abre los ojos, me mira con el ceño fruncido.
—No creí que fueras a venir aquí. —A penas y puede hablar, su voz en mi débil—. Creí que no vendrías a despedirte de tu mala madre.
—Yo esperaba que me gritaras —confieso—. Que dijeras que no quieres que este ahora contigo luego de... lo que pasó.
—Tuve mucho tiempo para... pensar y los loqueros del lugar hablaron... mucho conmigo.
—Psicólogos y psiquiatras, no les digas así. —Sonrío un poco.
—Para mí son loqueros, porque... estoy loca y me ayudan. —También sonríe un poco y trata de voltear hacia mí—. Nora... antes de... lo que vaya a pasar... tengo que decirte algo.
Me acerco más y tomo su mano, mis ojos no aguantan las ganas de llorar.
—Perdón, hija.
Cuando dice eso, no aguanto más empiezo a llorar. Lo que tanto estaba esperando, por fin lo puedo escuchar, pero... ¿Por qué ahora?
—Mamá...
—Fui cruel contigo, con tu abuela... con tu padre... —Mira con tristeza—. No recuerdo bien cuando fue que me... volví así... pero... me arrepiento de tanto y más... contigo. Debí ser mejor... debí... ser más cariñosa.
—Mamá... yo...
—No lo digas —me interrumpe—. No quiero escucharlo. No lo merezco. Solo... quédate a mi lado hasta que muera.
Las lágrimas no paran mientras permanezco a su lado y siento como la fuerza en su mano se pierde. Por fin, ella murió. Ella también me ha dejado, justo cuando su corazón se arrepintió. Salgo de la habitación e inmediatamente me encuentro con Jennifer, corro a sus brazos y me aferro a ella, mi consuelo. No dice nada, solo me abraza y deja que todo el dolor de mi corazón salga de mí.
*****
Febrero. Año 2006.
Hoy tengo algo de tiempo libre, así que me paseo un poco por los clubes del campo universitario. Estos espacios son de aquellos donde alumnos de otras facultades se conocen. Entonces uno llama mi atención, el club de dibujo. Tiene mucho que no he tomado un lápiz para esto, así que creo que será interesante.
Me siento en los asientos hasta atrás del auditorio y mientras escucho la casa, miro hacia abajo y veo... un cabello extrañamente familiar, es castaño, aunque algo oscuro. No puedo dejar de ver a ese chico, aunque ahora no puedo ver su cara. Es como si... sintiera algo familiar. La clase termina y entonces puedo ver la cara del chico...
¿Matthew?
No. Imposible.
Decido seguir al chico rápidamente a pesar de la multitud. Cuando logro alcanzarlo en el pasillo, lo sujeto del brazo.
—¡Matthew!
Claramente, eso lo sorprende. Teniéndolo cara a cara, puedo notar lo parecido que es con Matthew, pero no es él. Hay muchas más diferencias que coincidencias. Incluso este usa lentes.
—¿Quién eres tú? —me pregunta, confundido.
—L-Lo siento. —Lo suelto—. Solo creí que eras... alguien que conozco.
El chico me mira con seriedad.
—Me llamaste "Matthew", ¿Verdad? —Entrecierra los ojos—. ¿Acaso... se trata de Matthew Harrison?
Me quedo impactada.
—¿Cómo... conoces ese nombre? —Mis piernas tiemblan.
—Eso es lo que yo debería preguntarte. —Mi mira directamente—. ¿Cómo conoces el nombre de mi primo?
—¿Tu primo...? —Entonces recuerdo—. ¿Tú eres...?
—Thomas Capell. —Termina de decirlo por mí—. ¿Quién... eres tú y cómo lo conociste?
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Perdóname, Amiga
RomanceJennifer Park y Nora Sanders han sido mejores amigas desde el último año de preparatoria, pero Nora no está consciente de que Jenny siente más que amistad por ella y tampoco Jenny quiere decírselo debido a que todos los intereses y parejas de su ami...