Perdóname, Amiga

32

—¿Estás segura de esto, Nora?

—Es el mejor, y único, abogado que conozco —responde—. Le hablé de inmediato del caso y tomó el primer vuelo de Nueva York a Los Ángeles.

Ambas estamos en la cafetería de siempre, donde veremos al abogado.

—Sigo sin creerme que no nos quiera cobrar nada por esto, ¿No es un estafador?

—¡Para nada! Es un amigo que conocí en la facultad, ya te había hablado de él y le conté mucho sobre tu trabajo. —Luce segura—. Lo vi por última vez por lo de la casa, ¿Recuerdas?

—Cierto, recuerdo que me dijiste que él fue el que te ayudó.

Aunque me ha hablado de él muy pocas veces y Nora confíe mucho, yo no tengo confianza. ¿Será por eso mismo que no lo conozco o porque es un hombre que conoció a Nora? Dado los antecedentes, ninguno ha sido alguien que valga la pena. No pienso que este sea la excepción.

El tintineo de la campana de la puerta abriéndose capta nuestra atención y ahí vemos entrar a un hombre alto, de tez cálida y que usa un traje, zapatos y saco negro, lucen impecables, caros y únicos. Su cabello castaño claro es ondulado y algo largo, por lo que está peinado hacia atrás, además de tener la barba recién rasurada, le da un toque rebelde a su apariencia de ejecutivo.

Al quitarse los lentes negros, deja ver sus ojos castaño claro y su mirada cautivadora. Por lo que noto a mi alrededor, nosotras no somos las únicas que se quedaron mirándole. Debo reconocer que es del tipo de hombre sacado de las novelas románticas que a Nora tanto le gustan sobre millonarios. Solo espero que no sea como Cincuenta sombras de Grey, no me gustó nada esa historia.

Cuando aquel hombre nos voltea a ver, sonríe. Wow. Sí que es guapo, pero... ¿Por qué siento su mirada en mí? No, debe ser porque Nora está sentada junto a mí. Cuando está cerca de nosotras, Nora se levanta y ambos se abrazan muy fuerte. Me... incómoda un poco.

—Me alegra que por fin estés aquí, Thomas —dice Nora.

—Tú sabes que siempre estaré cuando me llames —responde.

No esperaba que tuviera una voz gruesa. Cuando se separan, ambos voltean a verme, yo también me levanto de mi asiento.

—Entonces tú eres la famosa Jennifer Park, de la que tanto he oído de esta loca. —Le revuelve el cabello de manera juguetona.

—¡Hey! ¡Respeta a tus mayores! —Le sigue el juego.

Verlos así... me incomoda.

—¿No me lo vas a presentar? —pregunto con un tono de voz serio, sin querer.

Entonces esos dos se calman.

—Jenny, te presento a mi amigo, Thomas Capell.

—Mucho gusto, Señorita Park. —Saca su tarjeta y me la entrega—. Soy abogado en la firma R&M en Nueva York.

¿Qué? ¿La famosa firma de abogados que toma casos relacionados con el mundo de elite? He escuchado de ellos porque ha tomado casos relacionados con el mundo de la moda.

¡¿EN SERIO UN TIPO ASÍ NOS VA A AYUDAR SIN NADA A CAMBIO?!

—¿Qué pasa, Señorita Park? —pregunta Thomas—. Veo que no está muy feliz.

—Es que... no puedo creer que usted... haga esto sin nada a cambio. —Debo ser franca en esto.

A pesar de mi actitud, Thomas se ríe un poco.

—Tranquila, Señorita Park. No hay ninguna otra intención detrás, se lo aseguro. —Voltea a ver a Nora—. Esto lo hago por una gran amiga y por... alguien muy importante para mí. Así que no se preocupe.

Ambos están ocultando algo y no me gusta, pero no puedo preguntar. No ahora.

—Entonces, ¿Podemos comenzar a hablar? —interviene Nora—. Tengo muchas ganas de aplastar a Philip.

—Seguro, ¿Ya ha ordenado algo? —pregunta Thomas—. Con gusto, yo invito todo.

—No se preocupe, Señor. Puedo pagar por Nora y yo —lo interrumpo.

Como odio que hagan eso.

—Jenny, tranquila. —Nora me toma de la mano—. Confía en Thomas, por favor.

No y nunca lo haré, pero que Nora me lo pida hace que me relaje un poco. Por ahora, será mejor enfocarnos en lo principal de nuestra reunión.

Aunque... no sé por qué siento que ese hombre se sonríe demasiado.

No, debo estar imaginando cosas.