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La nueva galería de arte de la ciudad de Los Ángeles ha atraído mucha gente este día para su inauguración

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La nueva galería de arte de la ciudad de Los Ángeles ha atraído mucha gente este día para su inauguración. Un lugar construido pensando en un toque minimalista, de paredes blancas y con espacios anchos que combinan la modernidad y la naturaleza.

A pesar de que no pude dormir bien en toda la noche, no podía faltar este día. Así que me estoy forzando a mí misma para seguir de pie y sonreír a los reporteros, otros fotógrafos y gente que me pregunta por mi fotografía. Por alguna razón, es la que más ha llamado la atención y hasta he recibido propuestas para comprarla, pero no estoy dispuesta a aceptar ninguna.

Luego de tres horas, he visto a mis colegas de la agencia, excompañeros de la universidad y hasta a mi antiguo profesor Banks que ha venido a felicitarme. Incluso mis padres llegaron y estuvieron un rato por aquí.

Sin embargo, ella...

—¡Jenny!

En cuanto escucho ese grito, me giro y me encuentro a Nora corriendo a toda velocidad hacia mí con un ramo de girasoles y trae la misma ropa que la vi en la mañana.

—Lo siento, Jenny. Vine en cuanto salí del hospital y comprobé que Matty estaba en casa de la vecina —explica toda agotada por correr—. ¡Muchas felicidades!

Cuando tomo el ramo de flores, algo dentro de mí siente una extraña combinación de felicidad y... temor.

—Yo entiendo, el hospital está algo lejos de aquí.

—¡Sí! Pero Ray me dio un aventón.

Cuando ella se hace un lado, veo acercándose a Ray. Me es todavía raro verlo con ropa de civil. Me arrepiento de darle un boleto de cortesía para que viniera con Nora.

Ahora entiendo por qué me siento así, esto es como un déjà vu.

—Buenas tardes, Jennifer.

—Hola, comandante.

A pesar de que me saluda de manera sincera, no puedo evitar sé un poco cortante y distante con él. Más cuando me acabo de dar cuenta de que ahora Nora lo llama por su nombre.

—¿Y dónde está? —pregunta Nora—. ¿Dónde está tu foto?

—Al final de ese corredor a la derecha —dije señalando.

—¡Ya quiero ver porque Matty insistía tanto! —De inmediato, sale corriendo y nos deja al comandante y a mis solos.

Mierda. Ahora que recuerdo, ella no sabe que ella sale en esa foto.

—Yo también quiero verla —dice el comandante—. Nora me ha mostrado algo de su trabajo, Señorita Jennifer. Gracias por su invitación.

Ya tengo suficiente de esto, así que encaro a este hombre, pero antes de que pudiera decir algo, alguien lo llama por detrás y se acerca a él para conversar. Luego hablaré con él, por ahora me iré con Nora.

Camino con cierta rapidez hasta que llegamos a la parte donde están exhibidas las fotografías y en medio de todas ellas está la de Nora en una pantalla grande e iluminada. Algunas personas de alrededor se le quedan mirando, creo que saben que es la mujer de la fotografía.

Por otro lado, Nora está dándome la espalda porque se ha quedado mirando su fotografía. Justo ahora no sé qué tipo de expresión debe tener. ¿Estará enojada conmigo? Después de todo, no le pedí permiso.

—¿Nora? —pregunto mientras me acerco por detrás—. ¿Te... molesta?

Entonces ella gira y me mira a los ojos. Ahora puedo ver su expresión, está llorando.

Oh no...

—L-Lo siento, ¿Te molestó? —Me estoy poniendo nerviosa—. Juro que no volveré a hacerte esto.

—Jenny... me encanta. ¿Me veo... tan hermosa?

Puedo notar como está sonrojada de las mejillas y tiene esa mirada tímida que tanto me gusta. Sí, esa mujer me gusta y... realmente... no quiero perderla.

Lo siento, no quiero...

Pero...

Solo me lastimo.

Una y otra vez...

Si al menos... pudiera... decírselo apropiadamente esta vez... ella... ¿No me odiaría?... ¿Podría elegirme?

Si pudiera... una vez más...

—Nora... yo...

Vamos, sigue hablando.

—¿Qué... quieres decirme, Jenny?

¡Vamos! ¡Dile que la amas!

—¡Nora, yo te...!

—Hasta que al fin te encuentro, Jennifer Park.

Aquella voz que interrumpe nuestro ambiente nos hace voltear hacia el pasillo y vemos como una mujer de rasgos asiáticos, cabello corto y negro, piel blanca, con un pequeño lunar debajo de su ojo izquierdo y con un increíble par de botas negras altas se va acercando a nosotras.

La sonrisa traviesa y coqueta de esa persona... jamás podría olvidarla.

Después de todo, es...

—Saiko Wilson. —Su nombre sale en automático de mis labios.

 —Su nombre sale en automático de mis labios

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Perdóname, AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora