Jennifer Park y Nora Sanders han sido mejores amigas desde el último año de preparatoria, pero Nora no está consciente de que Jenny siente más que amistad por ella y tampoco Jenny quiere decírselo debido a que todos los intereses y parejas de su ami...
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Texas.
Año 1989.
—Entonces el príncipe y la princesa se casaron y terminaron felices para siempre. Fin. —Papá cierra el libro—. Ya es hora de dormir, princesa. Mañana tienes que ir la escuela.
Él es alto, mucho; también robusto y fuerte, me siento tan protegida cuando estoy cerca de él. La gente suele decirnos que nos parecemos mucho. Lo amo mucho, es mi persona favorita.
—Todavía no quiero dormir, ¡Quiero otro cuento! —levanto mi voz.
—Nora, no seas caprichosa y ve a dormir.
—¡No quiero!
No. No quiero. Yo amo los cuentos de hadas y, más que nada, las historias de princesas. Yo quiero ser como ellas.
—¿Te parece si hacemos un trato? Mañana te contaré dos cuentos más si te duermes hoy, ¿Te parece bien?
—¡De acuerdo! ¡También tienes que hacer tus galletas!
—Es una promesa, princesa.
Papá se acerca a mí y me revuelve el cabello. Es una persona tan dulce, cocina muy bien y siempre está para mí cuando lo necesito.
—Papá, eres como un príncipe.
—¿En serio?
—¡Sí! ¡Quiero que seas mi príncipe!
—Yo no puedo serlo. —Me acaricia la mejilla—. Debe ser alguien más, alguien que tú ames y te ame. Prométeme que buscarás a alguien así.
—¡Lo haré!
—Esa es mi princesa. —Me acerca mi oso de peluche—. Ahora sí, a dormir. Te dejaré la luz de noche para que duermas bien.
Amo estos momentos, donde solo él y yo. Quisiera que fuera así siempre.
—¡Aquí estás! —Esa voz fría y cruel, la odio y me da miedo.
Papá y yo volteamos y nos encontramos con el monstruo de esta casa. Mi Mamá. Ella no es como Papá, ella es mala. También es parecida a nosotros, pero su cabello rubio es más oscuro, seco y sus ojos parece sin vida, oscuros y vacíos.
No me agrada que ella siempre se enoje por todo, que odie todo y que me quite todo. Con ella, debo estar quieta y ser obediente. Odia que use pantalones o tenis. Ella me viste siempre con vestidos y moños. No es que los odie, pero a veces para jugar son incómodos. Odia mis juguetes, excepto por muñecas y cosas de cocina.
No me agrada que siempre me ordene y me diga cosas feas.
Es un... monstruo.
—¿Otra vez estás con esas tonterías de los cuentos? ¡Deja de consentirla! —grita, mucho. Me asusta—. ¡Solo estás llenándole la cabeza de puras mierdas!
—Noria, no hables así frente a la niña. —Papá trata de calmarla y sacarla.
—¡No me levantes la mano, maldito! —Se acerca a mí y me arrebata mi oso de peluche—. ¡Sabes que odio estas cosas y está es la cuarta vez en el mes que tengo que decirte que dejes de traer estas bolsas de bacterias! —Sacude mi oso con enojo.
—¡Noria, por favor! —Papá se molesta.
Ambos salen de mi habitación, gritándose y apagando la luz, dejándome a oscuras. Odio esto. Odio la oscuridad y estar así, sola. Me cubro con mis cobijas, así no los escucho y no me escucharán llorar.
Espero que, algún día, no tenga que discutir, así como mi príncipe. Que solo pasamos momentos felices y, sobre todo, me saque de este horrible lugar y me salve de ese monstruo.
Realmente, deseo ser feliz algún día y tener mi "feliz para siempre".
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