Perdóname, Amiga

24

Estuve en San Francisco dos días, incluso intenté regresar al hospital, pero me tenían vetada del lugar por ser "Agresiva". Maldito Philip. Al no tener certeza del paradero de Nora, decidí regresar a Los Ángeles, a la casa de mis padres. Ellos me recibieron con un abrazo enorme, los extrañaba mucho.

Ahora estamos comiendo y son las tres de la tarde. Ay, realmente extrañaba la comida de mi madre. Ya hemos hablado de mis experiencias en el trabajo, así que será buen momento para poder hablar del tema. Algo por lo que también decidí regresar.

—Madre, padre —hablo con seriedad—. Hay algo que debo contarles.

—¿Qué sucede, hija?

Tomo un breve respiro y me preparo. Estoy lista para decírselos en la cara.

—Soy lesbiana.

Por fin, lo dije. Lo dije. Miro sus rostros. Estaba esperando lo peor, pero ellos siguen igual. No lo entiendo. De pronto se voltean a ver y luego me miran a mí.

—Cariño, lo sabemos desde hace mucho —dice mi madre.

—¿Qué? ¿Cómo si yo...?

—Una tarde, te vi besándote con esa chica que era tu amiga antes de Nora —confiesa mi madre—. Luego lo noté en la forma que mirabas a Nora. Eres muy obvia, hija.

—Ninguno de los dos queríamos tocar el tema hasta que estuvieras lista para hacerlo por tu cuenta, aunque no pensamos que lo harías hasta ahora —intervine mi padre.

Mil veces creí que ellos reaccionarían mal, que me odiarían y me maldecirían, estaba lista para todo, pero no para eso. Tal vez por eso estoy llorando ahora y ellos, cariñosamente, me abrazan fuertemente. Lo sé, soy una persona con mucha suerte por tener padres así de compresivos.

Incluso recuerdo cuando Brianna me contó cuando ella "salió de closet" con los suyos. Al principio fue una experiencia dolorosa sentir su rechazo, pero con los años lo aceptaron y luego les presentó a su familia.

Desearía que fuera así de sencillo para todos, en verdad que sí.

De pronto, miro a mi madre con sorpresa.

—Espera, ¿Ya sabias que me gustaba Nora? —pregunto mientras me limpio las lágrimas.

—Ya te lo dije, eras muy obvia. —Sonrió—. Nora era una chica muy linda y al darme cuenta de tus sentimientos, no pude evitar tenerle más cariño.

Ahora entiendo por qué la trataba como otra hija.

—Hablando de Nora, ¿Sabes dónde está ahora? Creí que estaba en San Francisco.

—No se ha comunicado con nosotros en años, así que no lo sé. Aunque, el otro día pasé por su antigua casa y me pareció ver a alguien viviendo ahí por fin, quizás esa persona tenga información.

*****

Después de comer, salgo de casa y lo primero que me encuentro es con ese parque. Luce el mismo de siempre. No pierdo tiempo y voy hacía allá. Es una tarde con un cielo despejado y como es verano, hay muchos niños y familias jugando. Quizás vaya por helado, pero por ahora tomo asiento en una banca cerca de los columpios.

Mañana iré a ver a la persona que ahora ha de vivir en la casa de Nora. Espero que me pueda decir algo, porque en verdad no sé a dónde buscar.

Sin embargo, no voy a parar hasta saber que ella está a salvo.

No la amo, pero me dolería verla mal.

Nora... por favor... quiero...

De pronto, frente a mí, veo rodar un balón de fútbol que llega hasta mis pies. Alzo la mirada y veo correr hacia mí a un niño de aproximadamente cinco años. Cuando él está tan cerca, me deja impactada, no solo por su cabello rubio, oscuro y alborotado que me resulta conocido, sino por esos ojos azules.

Iguales a los de...

—¡Matty! —escuchó una voz femenina venir detrás de mí.

Volteo de inmediato y me encuentro con una mujer rubia de camisa verde, jeans y sandalias altas. El niño la ve y sale corriendo hacia ella, quien lo carga con sus brazos. Fue en ese instante, que los ojos azules de esa mujer y yo nos encontramos luego de tanto tiempo. Me levanté de inmediato y antes de que pudiéramos decir algo, el niño se nos adelanta.

—Mamá, ya tengo mi pelota, ¿Ya nos podemos ir?