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—¡Buen trabajo a todos! —Por fin dan el aviso de que se ha acabado la clase hoy

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—¡Buen trabajo a todos! —Por fin dan el aviso de que se ha acabado la clase hoy.

Mi vida estando en Japón ha sido... toda una experiencia. Es cierto, los primeros tres meses aquí fue difícil y llenos de trabajo. Como fotógrafa personal de Saiko, recorrimos casi todo el país. Sabía que, por parte de la familia de su madre, ella era una socialite, pero no fue hasta que estuve aquí que pude ver lo influyente que es su familia en Japón.

En cierto punto... me asustó un poco. Más cuando un día me llevó a conocer a su abuela y vaya que vive en una impresionante casa tradicional japonesa. También me sorprendió bastante escuchar que conoce perfectamente que su nieta es lesbiana. Pensé que sería más conservadora, pero es una gran mujer. La que no parecía muy contenta es la madre de Saiko, no la llegué a ver bien, pero lo poco que lo hice me di cuenta de ambas eran muy iguales: pelo negro, lacio y mirada fría.

Luego de esos meses de trabajo, octubre fue un mes que Saiko no se me despegaba ni un segundo. Ni tampoco salimos mucho de la cama (y no me quejo). Aunque nuestra luna de miel solo duró un poco hasta que ella tuvo que retomar su trabajo y viajar otra vez, esta vez a China. Me pidió que la acompañara, pero... estaba algo agotada de viajar y le pedí quedarme en Japón. Desde entonces, hablamos por Facebook y correo casi cada noche. Aunque hace un mes perdí mi contraseña de correo y no he podido entrar desde entonces.

El departamento de Saiko está en una zona adinerada de Tokio, cerca de la torre. Así que tengo una impresionante vista desde el amanecer hasta el anochecer. Recuerdo cómo me quedé con la boca abierta al ver el enorme armario que esta mujer tenía: vestidos, blusas, faldas, pantalones y accesorios como bolsas, joyas y sombreros. Además de la cantidad abismal de zapatos. Literalmente, era como si tuviera su propia tienda.

Perdóname, AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora